El Congreso Y Los Linchamientos
Felipe Yapur | periodista
Ante la ausencia de alternativas al modelo imperante crece, cada vez con más vehemencia, la necesidad de agudizar las contradicciones de la sociedad para así conseguir un estado de incertidumbre que fuerce un cambio hacia la dirección que pretenden los grupos hegemónicos de poder, que tienen al kirchnerismo como el enemigo a destruir. Así como en enero la Argentina parecía estallar por una crisis que derivó en una devaluación, hoy el fin del país tiende a expresarse a través del hartazgo de la sociedad ante una supuesta violencia generalizada sin fin.
La respuesta que se ofrece (se promueve sin vergüenza) pasa por una retaliación en sentido opuesto pero con mayor intensidad despreciándose la necesidad, como afirma el diputado Jorge Rivas, de terminar con la desigualdad que todavía subsiste a pesar de los grandes avances que tuvo el país en estos años.
La estrategia es clara y hasta binaria.
Los medios de comunicación, sobre todo los más importantes, juegan un rol central. Cada hecho de inseguridad que se produce es replicado como si se tratara del más importante y siniestro. Se repite sin solución de continuidad durante el día y jornadas subsiguientes. Al mismo tiempo, aparecen los opinadores de la más diversa índole: abogados, víctimas, familiares de víctimas, especialistas de la salud y dirigentes políticos.
Todos opinan, todos desarrollan teorías alejándose lo más posible de un concepto que pueda ser sospechado de defender al delincuente. Todos, de alguna manera, aportan a la beatificación de la "justicia por mano propia" y el que no es expulsado y eso incluye a víctimas que tienen una mirada más integradora y solidaria del tema.
El ejemplo más claro es la mamá de David Moreira que ya no figura en los comentarios de editorialistas ni en programas de televisión.
Uno de los que más supo aplicar esta estrategia fue el ex presidente y actual senador, Carlos Menem, quien justificó los indultos (máximo exponente de la teoría de los dos demonios) por el hecho de haber sufrido la cárcel durante la dictadura.
La dirigencia política de la oposición tuvo y tiene reacciones que van desde el repudio individual a los linchamientos, el silencio hasta la adhesión.
Entre los diputados y senadores de la Unión Cívica Radical, el que con mayor vehemencia se expresó en contra fue Ricardo Alfonsín. "Lo que ocurrió es un horror; no es justicia, ni por mano propia, ni de naturaleza alguna. Esto es barbarie, es la jungla.
Nada puede justificarlo. Hay que ser muy categórico en la condena", dijo y agregó que le "indigna ver cómo algunos dirigentes, por temor a perder votos, dan rodeos o hacen circunloquios que evitan una necesaria y categórica condena de estos actos".
Ahora bien, y más allá del necesario repudio de Alfonsín, no hubo ni siquiera un comunicado del bloque de diputados o senadores que tomara postura oficial. Demasiado silencio que contrasta con la indignación expresada hace apenas unos días luego de que los diputados del Frente para la Victoria (FPV) se negaran a votar a Julio Cobos como presidente de la comisión de Educación.
El presidente del bloque del PRO, Federico Pinedo, vive momentos aciagos. Como integrante de la comisión redactora del vapuleado anteproyecto del Código Penal fue desautorizado por su jefe partidario, Mauricio Macri, al considerar ese trabajo como un engendro que no debe ser tomado en cuenta. Ahora parece vivir una misma situación con esto de los linchamientos. Pinedo, en una entrevista a Radio Provincia, consideró estos sucesos como "una bestialidad" y algo "injustificable". "Hay que ser absolutamente categórico, el único que ejerce poder y violencia legítimamente es el Estado democrático, el Estado de derecho. Esto lo debe tener clarísimo la gente que cree que se puede linchar. También lo tienen que tener clarísimo todos los demás y en ese sentido todos debemos encarar un accionar conjunto", señaló. Fue una declaración extremadamente garantista para un Macri que se congratula de tener una hija viviendo en el extranjero para no tener que preocuparse por su seguridad y, al mismo tiempo, afirmar que "la Argentina se está yendo de madre en términos de inseguridad, de falta de respeto, de que prevalece la ley del más fuerte".
Los ejemplos de Pinedo y Alfonsín resultan aislados dentro de sus fuerzas. Más "cohesión" mostró el Frente Renovador que desde su principal referente, Sergio Massa, bajó un discurso que suscribe y justifica la justicia por mano propia. El ex intendente de Tigre no sólo se sumergió en la correntada de las turbas pro-autodefensa, sino que, además, las agitó como para que ganara en velocidad y fuerza. "Los vecinos lo hacen porque hay un Estado ausente", dijo, y luego lo sazonó con "el que las hace las paga".
Lo curioso del caso es que tanto Massa como Macri son dos dirigentes que están o estuvieron al frente de instituciones estatales. En estos últimos diez años, Massa fue jefe de Gabinete, titular de la Anses e intendente. Tuvo en sus manos herramientas que hacen a la seguridad social y al bienestar de la población que, según él, ahora sufre la ausencia estatal. ¿Se entiende? Macri, en tanto, está al frente del gobierno de la ciudad con mayor ingreso per cápita del país, que incluye una policía que promovió y formó su propia administración y en la que, sin embargo, sus habitantes, sus vecinos, están indefensos. Tal vez no se dio cuenta pero los dichos de Macri se parecen mucho a una autocrítica.
Con mucha lucidez, Rivas sostuvo no hace mucho que "el problema de la inseguridad es lo suficientemente grave como para que lo aborde gente seria, y no la runfla de atorrantes y oportunistas que repiten banalidades en los medios, más preocupados en obtener algún beneficio que en resolver el asunto de fondo".
El Congreso, sede principal del debate democrático, debería promover una declaración conjunta, de ambas Cámaras, que repudie la "justicia por mano propia". Así podrá quedar bien en claro cuál o cuáles son las fuerzas políticas democráticas y cuáles son las que promueven conductas disociadas.
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