Clarín - Nota - El País - Pag. 9
Jorge Rivas , en su lucha por la vida: "Es tiempo de perseverancia"
Clarín lo visitó en el hospital donde se recupera. Y dio respuestas con la ayuda de su mujer.
Armando Vidal
avidal@clarin.com
Sandra lo mira con ansiedad y con dulzura. El, quieto, tiene los ojos negros clavados en ella. Ella tiene una lámina plastificada con las letras del alfabeto divididas en tres partes. El, en la cama y con el pecho descubierto sujeto a los aparatos de control, mueve suavemente la cabeza en señal afirmativa. O la mueve en sentido contrario. Letra a letra. Palabra por palabra.
Sandra, su mujer, su amiga y compañera es la mamá de sus dos bellos hijos. Sebastián, de 10, y Pilar, Pily, de 5. El es Jorge Rivas, aquel diputado socialista opositor que hace unos años sacudía al recinto legislativo con sus discursos y hoy es el vicejefe del gabinete de ministros de Cristina Fernández de Kirchner, además de diputado electo por la lista oficialista bonaerense en los comicios del 28 de octubre pasado.
Las que siguen a continuación son sus primeras declaraciones periodísticas desde aquella fatídica madrugada del 13 de noviembre, cuando fue asaltado y golpeado en la puerta de una farmacia cerca de su casa, en Temperley. Del otro lado de la cama de la concurrida habitación 320 del Instituto FLENI, en Escobar, el cronista va registrando lo que Rivas dice.
La tarea empezó así
–¿La primera letra está acá?–, pregunta Sandra. Rivas asiente.
Ella, después de otras, señala la E, él aprueba. Todo hasta componer esta frase: –Es época de tolerancia y perseverancia, quien no entiende la época no entiende este tiempo...
–Qué ecuménico–, chicanea el cronista, que sabe del sentido del humor de su entrevistado.
–Hermes Binner reparará sólo en la tolerancia y Néstor Kirchner en la perseverancia–, se le dice, en referencia al gobernador de Santa Fe y al ex presidente de la Nación.
Rivas ríe con una risa que parece de dolor y seguramente lo es porque una sonda lo molesta aunque no impide el diálogo.
Dos de sus grandes amigos están afuera de la habitación: el ex diputado Oscar González, secretario general del Partido Socialista, y Jorge Tula, un intelectual asesor del recordado Alfredo Bravo, aquel dirigente y legislador socialista, maestro temperamental a quien Rivas solía hacer bufar con alguna travesura.
Rivas está al tanto de lo que pasa porque lee los diarios y además por el propio González.
En sus visitas, Tula le lee libros como "La crisis de la democracia", del italiano Mario Tronti. Es palpable el clima de serena alegría que flota en la habitación y trasciende por pasillos y ventanas que dan a un parque verde con árboles que parecen sonreír.
Un contagioso espectáculo de la vida. Lo contrario de aquella madrugada cuando Rivas por el golpe en su cabeza quedó tieso en la vereda. Lo contrario de cuando quedó solo bajo una intensa tormenta que en ese momento se desató. Cuando, abandonado, la Policía lo levantó y arrojó como a un muerto sobre una camioneta. Y cuando estuvo varias horas como un anónimo (le habían robado los documentos) en un hospital público donde lo rescataron de la muerte (verinfografía).
Ese hombre que hoy está allí en ese centro de salud del primer mundo brindándose entusiastamente a las tareas de recuperación, ese hombre que mira y piensa, moviliza un mundo de cariño en su derredor.
Sus padres, Juan y Maru, gallegos de Fisterra (el fin del mundo antes del descubrimiento de América), sus dos hermanos, otros familiares, amigos y sus compañeros del Socialismo, uno de los cuales, todas las noches y desde el primer día, se suma a la guardia.
Las visitas son constantes. El registro incluye a Cristina y a Néstor Kirchner. Y al gobernador Daniel Scioli además de su jefe, Alberto Fernández, más de una vez, junto con socialistas de otras tendencias y dirigentes de otros partidos. El viernes, bajo la tormenta, lo hizo la arista Fabiana Ríos, la gobernadora de Tierra del Fuego. Todos con él y por él.
Por todo eso, Rivas quiere –y se lo va deletreando con sus gestos a Sandra– "agradecer toda la solidaridad y ayuda".
¿Cuál será la dimensión de su ánimo para enfrentar esta adversidad? Rivas se anticipa a lo que incluso puede ser una pregunta incómoda. Sandra vuelve a levantar su lámina– puente y Rivas a disponer. Se va formando una expresión.
–Poneme los dedos–, pero lo que elegía al final era el sector de la tablita donde sólo había un puñado de consonantes.
Hasta que quedó en claro que lo que estaba diciendo era "Poneme los dedos en V", símbolo por otra parte de socialistas y peronistas en diferentes tiempos, unos con el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y e n apoyo de la Unión Democrática en el 46, y los otros como un grito por el retorno de Perón en los setenta.
Esa es su confianza en una recuperación que avanza día a día desde la inmovilidad total de un primer momento. Faltaba saberlo en otro plano.
–¿Jorge, tenés fe en este proceso histórico?, se le pregunta.
No necesitó la tablita ni la ayuda de Sandra. Levantó la cabeza, la movió hacia abajo tres veces y de ese modo dijo "si, si, si". Felices Pascuas, Jorge.
Un diploma con mensajes de aliento y la firma de Kirchner
Un grupo de socialistas de Quilmes fue a visitar a Jorge Rivas y le llevó como regalo un diploma. Alguien sugirió que lo enmarcaran y lo colgaran en un lugar visible de la habitación, como si fuera un cuadro.
Ahora, el regalo se transformó en la atracción de todos los que diariamente desfilan por el sanatorio Fleni.
El diploma lo fueron firmando los visitantes que iban a interiorizarse por su salud. "Te necesitamos, cumpa", dice uno de los mensajes. Pero el más llamativo, sin dudas, es el que lleva la firma –con letra clara y en imprenta– del ex presidente Néstor Kirchner. "Firma como uno más", bromean quienes lo observan habitualmente.
Kirchner prefirió no dejar mensajes, pero varias veces habló en su círculo de confianza del tema. "Estoy confiado en que Jorge se va a recuperar", dicen que dijo. En el entorno de Rivas están muy agradecidos con el matrimonio K.
Página 12 - Nota - El País - Pag. 13
EL LIDER DE LA CGT, HUGO MOYANO, HABLO DEL ASESINATO DE SU TESORERO
“Todos pensábamos en un robo común”
Salió al cruce de las versiones que lo vinculan con el homicidio. “Es un disparate creer que no quiero investigar.” El martes, el asesino podría reconocer a la persona que le pagó. Los cruces telefónicos que comprometen a gremialistas de Santa Fe.
Hugo Moyano habló del crimen de Abel Beroiz por primera vez desde que el asesino del tesorero confesara que le pagaron 20 mil pesos por cometer el homicidio. El titular de la CGT salió a defenderse de las acusaciones que pretenden vincularlo con el caso. “A eso lo va a tener que probar la Justicia”, dijo ayer, visiblemente molesto. También negó que el sindicato intente proteger a los autores intelectuales de la muerte de Beroiz: “El que fue que pague”.
El jefe de los camioneros habló con una radio porteña y dos agencias de noticias. Básicamente, se quejó por la cobertura periodística del tema. “En algunas páginas de Internet está circulando la falacia de que yo respaldo a alguien. Es mentira, no apoyo a nadie, sólo apoyo la acción de la Justicia”, sostuvo.
Moyano tuvo que aclarar por qué inicialmente atribuyó la muerte del tesorero a la inseguridad. En el velatorio de Beroiz, el 29 de noviembre, había hablado del tema en los siguientes términos: “Inseguridad hay en todos partes, como fue el caso del vicejefe de Gabinete Jorge Rivas. Son hechos aislados, que pueden ocurrir en el gremialismo, en el ambiente de ustedes o en cualquier lado”.
Ayer, consultado sobre aquellas declaraciones, Moyano dijo que al principio “todos pensábamos en un robo común”. “Yo estaba en el aeroparque por viajar a La Rioja y el hijo de Beroiz me llamó para decirme ‘lo asaltaron a mi viejo y lo hirieron, le pegaron un tiro y está en un sanatorio’.” El titular de la CGT dijo también que es “un disparate creer que no quiero investigar. ¿Cómo voy a incidir en una Justicia como la de Santa Fe? Quien dice que nosotros no queremos investigar es un imbécil”.
El asesino confeso del tesorero, Raúl Oscar Flores, relató en su declaración indagatoria ante el juez Osvaldo Barbero que un abogado llamado Julio Jerez, muy vinculado al gremio de los camioneros, le presentó a otros dos sindicalistas que fueron quienes le dieron la foto de su víctima, su rutina semanal y le describieron el auto en el que se movilizaba. Flores agregó que el apellido de uno de esos hombres es Agüero y que al otro le decían “Juancito”.
Los investigadores tienen en la mira a Juan Dell’Arciprete, un dirigente que había trabajado como vocal en el sindicato de la provincia de Santa Fe y fue removido por Beroiz debido a supuestas irregularidades en el uso de viáticos. También está bajo sospecha Raúl Luna, quien era el segundo del tesorero y que ocupó su lugar tras su deceso.
Néstor Pujato, abogado del hijo de Beroiz, dijo ayer a Página/12 que la familia espera que “entre el martes y miércoles, cuando se reanude la actividad en el juzgado, Flores pueda identificar en las imágenes del sepelio quiénes fueron los que lo contrataron”. Es que Flores habló de un hombre calvo que había estado en el entierro como la persona que le pagó 20 mil pesos como adelanto por el crimen.
El detenido, de 23 años, acaba de ser trasladado a la prisión de Piñero, con seguridad reforzada, luego de que el jueves se tajeara el vientre, por lo que tuvo que ser atendido en un hospital. El joven se hizo los tajos tras una pelea con su novia. Ayer sus familiares lo visitaron en su nuevo lugar de detención, bajo mayor vigilancia.
Flores hizo saber a través de su abogado que está escribiendo un libro; tendría la intención de contar en él los detalles del crimen por encargo. Al parecer, el preso habría empezado a dejar por escrito todo lo que sabe mientras estaba prófugo, cuando los instigadores del homicidio lo buscaban para silenciarlo.
Por otra parte, fuentes judiciales informaron que el juez Barbero ya tiene en su despacho el listado de los llamados telefónicos hechos por los sospechosos, y recibirá en los próximos días el informe sobre el entrecruzamiento de esas llamadas. Con estas planillas ya se ha detectado que Dell’Arciprete llamó al celular que utilizaba Flores, que era prestado por el primo de su concubina. El preso detenido tenía además un celular propio, pero el aparato habría sido destruido y Flores dice que no recuerda su número.
Beroiz, de 71 años, fue asesinado en la madrugada del 28 de noviembre del año pasado de tres balazos y siete puñaladas, cuando retiraba su automóvil de un estacionamiento. Flores lo atacó acompañado por un adolescente de 15 años, que quedó alojado en un instituto de menores; el chico está sospechado de haber sido quien acuchilló al dirigente gremial. Ambos serán careados el martes para establecer el rol de cada uno en el homicidio.