viernes, 9 de noviembre de 2012

RIVAS EN TIEMPO ARGENTINO SOBRE EL 8N

09/11/2012 Tiempo Argentino - Nota - Argentina - Pag. 4 

Las repercusiones en la clase política 
La protesta desde la óptica de la oposición y del oficialismo 

Julián Domínguez, Débora Giorgi, Ricardo Gil Lavedra, Paula Bertol, Victoria Donda, Antonio Bonfatti, Eduardo Jozami y Gabriel Mariotto entre quienes analizaron el alcance de la movilización. 

Políticos y referentes sociales se pronunciaron a través de las redes sociales y la prensa durante la calurosa tarde que antecedió a la manifestación opositora del 8N. Uno de ellos fue el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez quien sostuvo que "las expresiones movilizadas por sentimientos negativos no le hacen bien a la patria", mientras que la ministra de Industria, Débora Giorgi, señaló que "los agoreros siempre presagian el desánimo, pero esto dura muy poco".
Desde la oposición, el diputado radical Ricardo Gil Lavedra consideró que "ha sido una manifestación popular de un alcance extraordinario.
Ha sido espontánea y de enorme magnitud, demuestra que hay un reclamo de cambio de estilo, de modo, de forma de gobernar, es un reclamo contra la soberbia, contra la falsedad y el totalitarismo de este gobierno". Por su parte, para Paula Bertol, diputada del PRO, "la presidenta fue elegida por el 54% de los votos, pero tiene que escuchar al 100% de los argentinos. Su responsabilidad es escuchar una demanda que tiene gente propia y ajena. La protesta social es un acto democrático, no hay que demonizarlo como lo intenta hacer el gobierno. Lo que tenemos que hacer es escuchar ".
En tanto, para la también diputada, Victoria Donda (Libres del Sur), "el gobierno tiene que tomar nota y también los opositores tenemos que tomar nota. La enorme cantidad de pueblo que está en la calle no está en contra de las políticas de Derechos Humanos sino por otro tipo de reclamos".
El gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, aseguró que no participó de la protesta porque "no hay que llamar a la confrontación" y consideró que "si alguien quiere sacar partido" de la protesta "se vuelve a equivocar". "No voy a participar, yo tengo mi forma de expresarme, que es con propuestas. Y si alguien quiere sacar partido, creo que se vuelve a equivocar, porque nos metemos en un espiral que nos hace muy mal", concluyó.
Desde el Servicio de Paz y Justicia aclararon que el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, no participó ni convocó a ninguna de las marchas, ni para la del 13 de septiembre ni para la de ayer, a la vez que aclararon que sólo se pronunció a favor de que la ciudadanía se pueda expresar en democracia.
Para el director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Eduardo Jozami, "esta vez convocaron todos los partidos de oposición, aunque muchos dirigentes se ocultaron.
Así planteada, sin propuestas ni acuerdos políticos explícitos, las cacerolas sólo expresan un malestar y apuntan a debilitar al gobierno -interés principal de Clarín y de todos los poderes fácticos que quieren detener la transformación kirchnerista -antes que a construir una alternativa.
Salvo los partidos de derecha que siempre han coincidido con el discurso antipolítico, los otros hacen un cálculo tan mezquino como equivocado. Buscan golpear a Cristina creyendo que todos sacarán provecho, pero sólo podrán llevar agua para su molino quienes –como Macri o De Nárvaez- rechazan globalmente el modelo kirchnerista".
Desde la provincia de Buenos Aires, el vicegobernador Gabriel Mariotto, opinó que "el amor vence al odio y las urnas vencen a las cacerolas". "Podrán salir con las cacerolas que quieran, pero no van a poder con esta alegría", afirmó. De esta manera Mariotto, desestimó el alcance de las manifestaciones y aseguró que ninguna marcha puede "invisibilizar una realidad de transformación permanente".



La frase I

"No hay que llamar a la confrontación. Yo tengo mi forma de expresarme que es con propuestas.
Y si alguien quiere sacar partido, creo que se vuelve a equivocar, porque nos metemos en un espiral que nos hace muy mal." Antonio Bonfatti

La frase II

"Esta vez convocaron todos los partidos de oposición, aunque muchos dirigentes se ocultaron. Así, sin propuestas ni acuerdos políticos explícitos, las cacerolas sólo expresan un malestar y apuntan a debilitar al gobierno."

Eduardo Jozami

OPINIÓN I

una argentina igual a la de hace 150 años

Hernán Brienza | periodista

En qué fracasó la oposición política anoche? Sencillo. No pudo conmover a los trabajadores. No pudo convencer al hombre y a la mujer común que a las 18 comenzaron a salir del centro para ir a encontrarse con sus parejas, sus familias y sus hijos.
Anoche, desfiló por Buenos Aires una nutrida marcha –pero muy lejana de los millones prometidos– que con suerte replicó al supuestamente espontáneo cacerolazo anterior.
¿Qué ocurrió, entonces? Nada que la democracia no contemple. Una minoría política ejerció su derecho a manifestarse libremente por algunas ciudades de la Argentina como lo permite la Constitución Nacional.
Se expresó en contra de un gobierno votado por la mayoría de los argentinos.
Es más, por la legitimidad más amplia que se tenga memoria desde septiembre de 1973, cuando Juan Domingo Perón ganó por el 63 por ciento de los votos.
¿Quién ganó? Nadie. La oposición política sigue demostrando que no puede articular democráticamente a ese sector de descontentos y que deben ocultar sus propuestas y su verdadera ideología porque si no generan terror en la población.
Es más, el pedido a los manifestantes de que no hablaran con la prensa para no demostrar su verdadero conservadurismo demuestra que ni siquiera pueden ser honestos.
Héctor Magnetto apenas pudo plantar planos cortos y sus voceros en TN tenían que sobreactuar la multitud, que seguramente en la tapa de Clarín de hoy ha sido multipluricuasimillonaria.
El gobierno ciertamente tampoco ganó. Por primera vez en nueve años debió contemplar una marcha política en su contra, ya que tanto en el caso Blumberg como en el conflicto con la dirigencia rural eran demandas puntuales.
Ahora bien, hay algo que quedó absolutamente claro ¿Quiénes marcharon? La zona norte de la ciudad.
Se manifestaron las clases medias y acomodadas.
Los trabajadores, los sectores populares, se mantuvieron al margen de la convocatoria. La Argentina hoy es igual que hace 150 años.

OPINIÓN II

las dos caras del 8n

Jorge Rivas | diputado socialista

Para la inmensa mayoría de los argentinos, ayer fue 8 de noviembre, el décimo 8 de noviembre desde que se inauguró en el país un formidable proceso de ampliación de derechos y de constantes avances en el rumbo hacia una sociedad si no enteramente justa, sí más equitativa y democrática que aquella en la que vivíamos hasta 2003.
Una minoría, por ruidosa y chillona que sea, sobre todo en los barrios más acomodados de la ciudad de Buenos Aires, lo llama 8N, una denominación extraña y carente de significado que habla de una oposición errática y espasmódica, sin otro proyecto político que el resentimiento ante los cambios a los que cada sector resiste por sus propios intereses y prejuicios.
Quienes acaudillaron la protesta, hecha de cacerolas y bocinas, son claramente identificables como los personeros del privilegio, del atraso, del sálvese quien pueda, del primero yo.
Se trata de quienes repudian el castigo de los represores del terrorismo de Estado, de quienes anteponen los beneficios del capital financiero al bienestar de la clase trabajadora, de quienes desprecian la voluntad popular, de quienes han servido siempre los intereses de los poderosos, de los poderosos mismos.
Los que pusieron el número en las calles, claro está, son los dueños de las pequeñas conciencias que miden el progreso según la cantidad de dólares con los que pueden especular, que llaman democracia al gobierno de los grupos económicos, y libertad a la posibilidad de explotar a su gusto, y en negro, a los más débiles.
Las apelaciones en contra de un presunto autoritarismo se desmienten por sí mismas.
No se trata de desestimar las protestas, sino de ponerlas en su contexto, y de adjudicarles su auténtico valor.
Los medios masivos, a los que no vale la pena desenmascarar porque ya han sido desenmascarados hasta el cansancio, siguen ejerciendo su discurso hegemónico.
Y ya sabemos cuánto poder tienen en las sociedades contemporáneas, con su bombardeo de falsedades. La posibilidad cierta de la aplicación de la Ley de Medios, un ejemplo de norma democrática por su contenido y por su elaboración, explica parte de la virulencia agitativa.
Los defensores del progreso social y los millones de trabajadores que integran el proyecto nacional, popular y democrático que encabeza Cristina Fernández de Kirchner siguen y seguirán militando por la transformación de nuestro país.
No hay 8N que lo pueda impedir.

OPINIÓN III

De la cacerola a la plaza

Horacio González | Director de la biblioteca nacional

No vi muchas ventanas con sus sombras apenas esbozadas esgrimiendo el artefacto mayor que reina en las cocinas. La cacerola, heredera de los cuencos y ánforas de la antigüedad. Arriesgo la idea de que tuvo más arraigo la cita en el Obelisco y en otros puntos céntricos de la memoria manifestadora de la ciudad. ¿Qué querría decir esto? Que la manifestación, por cierto voluminosa, optó por un método más tradicional. Ir directamente a la calle y ocupar los puntos de concentración previamente designados por los organizadores.
¿En qué cambia esto las cosas? Nada muy importante, pero debemos señalarlo. Si el cacerolazo del mes anterior fue más en las retraídas ventanas de edificios de los barrios que son el hábitat del cacerolismo, este ocupó ahora los lugares públicos más identificados de la ciudad.
Es evidente que la manifestación ya se parecía a un acto tradicional de un partido político.
Pocas cacerolas, pocas banderas, pero la bandera argentina entendida como un salmo escolar o un himno de 4º año B ocupó un lugar importante, tal como lo había recomendado el partido de Macri. ¿Se terminó allí no digamos la espontaneidad, sino la íntima desazón individualista del vecino que no quería mediaciones políticas y que contó con muchos políticos que decían no querer profanarlos en una nívea pureza domiciliaria? ¿Se convertirán ahora en actos partidarios más explicitados, cada vez más envueltos en banderas que nadan en su pertinaz abstracción, o volverán las antiguas cacerolas a su balcón los nidos a colgar? En efecto, el caceroleo que se atiene a la multitudinaria efusión de ventanas, atemoriza por su condición difusa, innominada, inquietante. Sale de un adentro innominado, está detrás de la ventana, de la sala principal y del vestidor. El acto público, en cambio, es un acto que miles y miles de veces hemos visto. En el de ayer, incluso algunos políticos se acercaron; aquellos que no temieron emponzoñar a la muchedumbre con su impura condición de tales. ¿No son más sinceros? Dejarse ver al lado de Llambías, del rabino Bergman o de algún que otro distraído del partido de Macri?¿no es más aceptable que provocar un impreciso temor desde balcones que recortan a matronas en su oscuro goce por tratar de identificar cuáles serían las libertades que se les ha quitado? Estas neoderechas que formaron una indudable multitud alrededor del Obelisco (lugar de reunión que solo no es abstracto para el fútbol, sí lo es para la historia nacional) han dado un paso importante y ahora se podrá discutir de modo menos alarmante con ellas. Sin ese oscuro descontento que sale de la intimidad del hogar suponiendo que no hay mediaciones hasta la plaza pública. Ahora sí, con lo que de verdad es la política. Con la verdadera confrontación ideas, que son pensamientos complejos, repletos de mediaciones, con las cuales hace mucho tiempo se intenta pensar cómo se relacionan las cuestiones singulares y las dificultades, que no son pocas, con el cuadro concreto y singular que se vive en este momento de la historia nacional.


  Tirada: 5000


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