"Compañeros:
Primero quiero decirles que para mí es muy grato volver a estar en Tandil. Y también quiero felicitar a los compañeros de todas las fuerzas políticas que han trabajado en la organización de este acto, en particular a los socialistas para la victoria de Tandil, con Osvaldo Maestrojuán a la cabeza.
Vivido como jornada de lucha, de reclamo o de resistencia en algunas épocas, y como autocelebración y fiesta en otras, el Primero de Mayo pertenece a los trabajadores desde hace ya más de cien años. El dramático hecho de origen, la movilización de los trabajadores de Chicago en reclamo de las ocho horas de trabajo, la represión y la ejecución en la horca de cuatro de ellos, no ha impedido que la clase trabajadora se apropiara de la fecha y le cambiara el contenido según el momento histórico.
En nuestro país, los trabajadores tuvieron primeros de mayo marcados por la sangre y el luto, como el de 1909, un ejemplo entre muchos, cuando la policía montada que mandaba Ramón Falcón reprimió con salvajismo a los obreros anarquistas reunidos en la Plaza Lorea. Muchos años después, durante el gobierno de Juan Perón, vivieron en cambio verdaderas fiestas del trabajo, señaladas por las concentraciones masivas y el festejo de las familias obreras. Es que después de un largo camino de lucha sindical y política, los trabajadores argentinos habían conseguido por fin que se materializaran como derechos gran parte de sus demandas.
Pero la reacción volvió a pegar duro, y la persecución, la tortura y la cárcel se abatieron sobre los trabajadores durante largos años. El bombardeo de Plaza de Mayo en 1955, el golpe de septiembre de ese año, y los fusilamientos clandestinos del año siguiente constituyeron el amargo prólogo de la mayor tragedia de nuestra historia: la del Terrorismo de Estado, de la última dictadura cívico militar en la que los trabajadores fueron, otra vez, las víctimas principales.
Los últimos años del siglo pasado y los primeros del actual trajeron, con la profundización de las políticas neoliberales iniciadas en 1976, otra clase de castigo para los trabajadores: se trataba, según el discurso entonces dominante, de la muerte del trabajo, que llegaba como si fuera una catástrofe natural, imposible de revertir. Para los trabajadores, en efecto, no había más que anulación de sus derechos laborales, destrucción de las fuentes de empleo, exclusión de la salud y de la educación, indigencia, marginación.
La llegada de Néstor Kirchner al gobierno, en 2003, trajo por fin un cambio de rumbo. Un cambio que empezó en el mismo momento en que, en su discurso de asunción, el nuevo presidente dijo, entre muchas otras definiciones, que "el Estado está para poner igualdad allí donde el mercado pone exclusión".
Hoy, con la recuperación del trabajo, del salario real, de las paritarias, de los derechos laborales, con un constante crecimiento económico con inclusión, entre muchos otros aspectos, puede decirse que ese cambio de rumbo se ha sostenido. Y lo ha hecho a pesar de las acechanzas de una reacción dispuesta a usar todos los medios a su alcance para torcerlo. La Asignación Universal por Hijo y el casi universal acceso a la jubilación son otros ejemplos. La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, además, puso oportunamente en palabras lo que los hechos hacen visible: "Yo no soy neutral en la tensiones entre el capital y el trabajo, yo estoy del lado de los trabajadores". Por todo eso, podríamos hoy estar celebrando un Primero de Mayo con el disfrute de tantos derechos como en el mejor de los momentos.
Sin embargo, hace apenas un par de días tuvimos que soportar una noticia insoportable: la de la muerte de dos niños en el incendio de un taller textil clandestino, donde estaban reducidos a la servidumbre con sus familiares. Explotación de trabajo esclavo, en la capital de la república, demasiadas veces denunciado como para que nadie se haga el desentendido.
Esas dos muertes bastan para que este Primero de Mayo no sea una fiesta. Bastan para que nos demos cuenta de cuánto hace falta andar todavía, a pesar de los logros alcanzados. Y bastan también para poner en blanco sobre negro el contraste entre dos proyectos: el nacional, popular y democrático que encabeza la Presidenta, y en el que nosotros militamos, y el del bloque de los diez pasos atrás y ninguno adelante que gobierna en la ciudad de Buenos Aires y pretende hacerlo también en el país. Un bloque en el que revistan un representante de los rentistas agrarios que reclama que se permita el trabajo infantil en las cosechas, en sus cosechas, y un dirigente político que opina que los trabajadores usan la Asignación por Hijo para drogarse y timbear. También andan por ahí ciertos dirigentes sindicales que manipulan sus organizaciones para llevarlas a la huelga, el arma histórica de la lucha de los trabajadores, en contra del gobierno popular y al servicio de las corporaciones.
Por último y para terminar, compañeros, nosotros concebimos "el proyecto" como una dirección, un rumbo, una marcha. Y será en las próximas elecciones presidenciales donde ese rumbo estará en disputa, entre el bloque de la restauración conservadora, y el bloque del campo popular, integrado por todos nosotros: diversas expresiones ideológicas que tenemos en común la defensa de los intereses de nuestro pueblo, en particular de nuestro pueblo pobre.
Así que debemos redoblar nuestro esfuerzo militante de cara a las próximas elecciones, para demostrar, mediante el resultado electoral, que este proyecto de desarrollo económico, con expansión de derechos y movilidad social ascendente, que lidera Cristina Fernández de Kirchner, mantiene con pulso firme el rumbo de su propia profundización.
Les dejo un abrazo a todos, mucha fuerza, y muchas gracias."
Jorge Rivas
Diputado Nacional
Dirigente del Socialismo para la Victoria
Acto 1 de Mayo de 2015 en Tandil
Primero quiero decirles que para mí es muy grato volver a estar en Tandil. Y también quiero felicitar a los compañeros de todas las fuerzas políticas que han trabajado en la organización de este acto, en particular a los socialistas para la victoria de Tandil, con Osvaldo Maestrojuán a la cabeza.
Vivido como jornada de lucha, de reclamo o de resistencia en algunas épocas, y como autocelebración y fiesta en otras, el Primero de Mayo pertenece a los trabajadores desde hace ya más de cien años. El dramático hecho de origen, la movilización de los trabajadores de Chicago en reclamo de las ocho horas de trabajo, la represión y la ejecución en la horca de cuatro de ellos, no ha impedido que la clase trabajadora se apropiara de la fecha y le cambiara el contenido según el momento histórico.
En nuestro país, los trabajadores tuvieron primeros de mayo marcados por la sangre y el luto, como el de 1909, un ejemplo entre muchos, cuando la policía montada que mandaba Ramón Falcón reprimió con salvajismo a los obreros anarquistas reunidos en la Plaza Lorea. Muchos años después, durante el gobierno de Juan Perón, vivieron en cambio verdaderas fiestas del trabajo, señaladas por las concentraciones masivas y el festejo de las familias obreras. Es que después de un largo camino de lucha sindical y política, los trabajadores argentinos habían conseguido por fin que se materializaran como derechos gran parte de sus demandas.
Pero la reacción volvió a pegar duro, y la persecución, la tortura y la cárcel se abatieron sobre los trabajadores durante largos años. El bombardeo de Plaza de Mayo en 1955, el golpe de septiembre de ese año, y los fusilamientos clandestinos del año siguiente constituyeron el amargo prólogo de la mayor tragedia de nuestra historia: la del Terrorismo de Estado, de la última dictadura cívico militar en la que los trabajadores fueron, otra vez, las víctimas principales.
Los últimos años del siglo pasado y los primeros del actual trajeron, con la profundización de las políticas neoliberales iniciadas en 1976, otra clase de castigo para los trabajadores: se trataba, según el discurso entonces dominante, de la muerte del trabajo, que llegaba como si fuera una catástrofe natural, imposible de revertir. Para los trabajadores, en efecto, no había más que anulación de sus derechos laborales, destrucción de las fuentes de empleo, exclusión de la salud y de la educación, indigencia, marginación.
La llegada de Néstor Kirchner al gobierno, en 2003, trajo por fin un cambio de rumbo. Un cambio que empezó en el mismo momento en que, en su discurso de asunción, el nuevo presidente dijo, entre muchas otras definiciones, que "el Estado está para poner igualdad allí donde el mercado pone exclusión".
Hoy, con la recuperación del trabajo, del salario real, de las paritarias, de los derechos laborales, con un constante crecimiento económico con inclusión, entre muchos otros aspectos, puede decirse que ese cambio de rumbo se ha sostenido. Y lo ha hecho a pesar de las acechanzas de una reacción dispuesta a usar todos los medios a su alcance para torcerlo. La Asignación Universal por Hijo y el casi universal acceso a la jubilación son otros ejemplos. La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, además, puso oportunamente en palabras lo que los hechos hacen visible: "Yo no soy neutral en la tensiones entre el capital y el trabajo, yo estoy del lado de los trabajadores". Por todo eso, podríamos hoy estar celebrando un Primero de Mayo con el disfrute de tantos derechos como en el mejor de los momentos.
Sin embargo, hace apenas un par de días tuvimos que soportar una noticia insoportable: la de la muerte de dos niños en el incendio de un taller textil clandestino, donde estaban reducidos a la servidumbre con sus familiares. Explotación de trabajo esclavo, en la capital de la república, demasiadas veces denunciado como para que nadie se haga el desentendido.
Esas dos muertes bastan para que este Primero de Mayo no sea una fiesta. Bastan para que nos demos cuenta de cuánto hace falta andar todavía, a pesar de los logros alcanzados. Y bastan también para poner en blanco sobre negro el contraste entre dos proyectos: el nacional, popular y democrático que encabeza la Presidenta, y en el que nosotros militamos, y el del bloque de los diez pasos atrás y ninguno adelante que gobierna en la ciudad de Buenos Aires y pretende hacerlo también en el país. Un bloque en el que revistan un representante de los rentistas agrarios que reclama que se permita el trabajo infantil en las cosechas, en sus cosechas, y un dirigente político que opina que los trabajadores usan la Asignación por Hijo para drogarse y timbear. También andan por ahí ciertos dirigentes sindicales que manipulan sus organizaciones para llevarlas a la huelga, el arma histórica de la lucha de los trabajadores, en contra del gobierno popular y al servicio de las corporaciones.
Por último y para terminar, compañeros, nosotros concebimos "el proyecto" como una dirección, un rumbo, una marcha. Y será en las próximas elecciones presidenciales donde ese rumbo estará en disputa, entre el bloque de la restauración conservadora, y el bloque del campo popular, integrado por todos nosotros: diversas expresiones ideológicas que tenemos en común la defensa de los intereses de nuestro pueblo, en particular de nuestro pueblo pobre.
Así que debemos redoblar nuestro esfuerzo militante de cara a las próximas elecciones, para demostrar, mediante el resultado electoral, que este proyecto de desarrollo económico, con expansión de derechos y movilidad social ascendente, que lidera Cristina Fernández de Kirchner, mantiene con pulso firme el rumbo de su propia profundización.
Les dejo un abrazo a todos, mucha fuerza, y muchas gracias."
Jorge Rivas
Diputado Nacional
Dirigente del Socialismo para la Victoria
Acto 1 de Mayo de 2015 en Tandil
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Informe:
Marcos Viancheto.
Prensa.
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