sábado, 10 de diciembre de 2011

JORGE RIVAS EN TIEMPO ARGENTINO: OCHO MIRADAS SOBRE EL PRÓXIMO MANDATO DE CFK

10/12/2011 Tiempo Argentino - Nota - Argentina - Pag. 6


La asunción de cristina fernández
Ocho miradas sobre el próximo mandato


Políticos, dirigentes y legisladores de distintos partidos analizan la futura gestión de la presidenta.


Opinión I


La tarea no estará concluida mientras quede un solo pobre en la Argentina


Jorge Rivas -  Diputado Nacional.


La presidenta Cristina Fernández asume su segundo mandato acompañada por la esperanza de millones de argentinos, sobre todo de los más pobres y de los más injustamente tratados por los poderes reales, que confían en que los próximos cuatro años van a ser tan ricos en buenas noticias como lo fueron los anteriores y los del gobierno de Néstor Kirchner. No fallarles a esas expectativas va a ser la más fuerte y la mayor de las responsabilidades del nuevo gobierno.
Es que los propósitos de profundizar el modelo y de seguir avanzando, muchas veces formulados por los gobernantes, constituyen también una demanda colectiva que los gobernados ya expresaron por medio de la contundente votación de octubre.
En su discurso de asunción de 2007, Cristina pronunció una frase que era, en sí misma, un programa.
La tarea no estará cumplida, dijo, mientras haya un solo pobre en la Argentina. La presidenta llevó adelante ese programa, que por definición está todavía inconcluso, con un conjunto de políticas que impulsaron el crecimiento económico con inclusión social, pero sobre todo con la Asignación Universal por Hijo. La recuperación de los fondos provisionales de las manos del capital financiero, que tanto contribuyó a mejorar la vida de los trabajadores pasivos.
Un capítulo aparte merece la sanción de la Ley de Medios, tras un largo debate público, y con la oposición cerrada, precisamente, de los grandes medios de comunicación de masas. Mediante esa norma se espera desmontar el apoderamiento de la información por parte de unos pocos grupos monopólicos, que ha sido y es un límite de hierro para la profundización de la democracia.
Pero seguramente la vigencia de los Derechos Humanos es uno de los terrenos en los que más se avanzó. Y no sólo porque ha sido posible seguir juzgando a los responsables del terrorismo de Estado, sino también porque se han ampliado derechos a minorías que estaban privados de ellos, como lo atestigua la sanción de la ley de matrimonio igualitario.
En el plano internacional, la gestión que concluye profundizó el camino que había empezado a trazarse en 2003, consistente en la decisión de fortalecer los lazos horizontales de cooperación con otros países de la región. La presidenta, además, aprovechó cada tribuna desde la que pudo hablar en todo el mundo para fustigar a los patrocinadores del neoliberalismo y proponer soluciones alternativas, apoyadas en la búsqueda de la equidad social.
Sin embargo, la enumeración, muy abreviada, de los méritos puntuales del gobierno de Cristina que llega a su fin, no es ni con mucho suficiente para explicar la fenomenal adhesión que ella despertó en la mayoría de la población. No puede dar cuenta tampoco del hecho central de que su reciente victoria electoral haya sobrevenido apenas dos años después de que el durísimo enfrentamiento con los rentistas agrarios que entusiasmó a sus adversarios hasta el punto de que muchos se apuraron a administrarle la extremaunción política.
En el camino, la presidenta perdió a su compañero y los argentinos todos a un dirigente excepcional, al que nunca se extrañará lo suficiente. Pero la presidenta y la mayoría de los argentinos encontraron, en cambio, algunas certezas. Ella, la de que había una nueva energía militante, sobre todo en los jóvenes, que podía devolverle parte del acompañamiento que acababa de perder. Ellos, la de que valía la pena poner la cabeza y el cuerpo en una empresa política de reformas que promete acercarlos cada vez más al objetivo de la justicia social, que parecía perdido. Es probable que en esos descubrimientos residan algunas claves del gran final del primer gobierno de Cristina Fernández.






opinión ii


Presidenta, cuente con nosotros para lo que falta


Fernando “Chino” Navarro Diputado bonaerense.


Cuando Cristina Fernández asumió su primer mandato, la Asignación Universal por Hijo no existía y, por ende, aún no había sido extendida a las mujeres embarazadas. Tampoco se había producido el incremento de la matrícula escolar que la asignación trajo aparejada, ni la reducción de la mortalidad infantil. No existía el nuevo DNI. Las AFJP manejaban los fondos de los jubilados, prestándoselos a altas tasas al Estado o haciendo negocios financieros. Seguíamos sin tener línea aérea de bandera, mientras el vaciamiento de Aerolíneas se profundizaba. AySA ya había vislumbrado su rol y su ambicioso plan de obras, pero aún no se habían incorporado a la red de agua cientos de miles de argentinos.
Había mil escuelas menos.
Las reservas no habían llegado a los 50 mil millones ni se había desatado el debate respecto a su utilización para el desendeudamiento, cuestionada por los mismos que antes le reprocharían a Néstor Kirchner haberlas acumulado al tiempo que redujo la deuda externa. El Banco Central seguía siendo una herramienta que funcionaba con la lógica de los sectores financieros.
No se había inaugurado Yaciretá.
Los presagios de colapso energético y su impacto sobre la actividad económica estaban a la orden del día, poniendo en duda la efectividad del plan energético puesto en marcha por el ministro Julio De Vido.
La demanda energética se duplicaría y la inversión en obras para garantizar la diversificación de las fuentes permitiría afrontarla sin inconvenientes, excepción hecha de los cortes veraniegos originados en la falta de inversión de las concesionarias eléctricas, aun en manos privadas.
La crisis de los países centrales que se prolonga hasta nuestros días aún no se había desatado ni se había anunciado la 125 ni se había iniciado la crisis por las retenciones ni se intuía el resultado electoral de las elecciones de 2009. Tampoco podía presagiarse que a pesar de todas esas dificultades, el gobierno conseguiría sobreponerse a la crisis de la 125 y al resultado electoral adverso de 2009, recuperando la iniciativa política y atravesando esa crisis internacional sin incremento del desempleo, que ya había bajado a un dígito.
Tampoco existía la Ley de Medios ni la televisión digital, y el modesto esfuerzo del Estado por generar alternativas comunicacionales contrastaba con la hegemonía casi absoluta de los grandes grupos dominadores del espacio mediático, que esperaban revancha luego que Néstor Kirchner no aceptara al asumir su pliego de condiciones.
La vacuna del HP para prevenir el cáncer de cuello de útero no formaba parte del calendario obligatorio.
No existía el Ministerio de Ciencia y Tecnología ni habíamos incorporado a nuestra percepción cotidiana que se habían sentado las condiciones para dejar de ser expulsores de inteligencia y mano de obra calificada y comenzarían a retornar al país decenas de científicos y miles de compatriotas. No se había formalizado la Unasur ni Argentina había contribuido a la liberación de Ingrid Betancourt ni se habían producido las gestiones decisivas de Néstor Kirchner para evitar la guerra entre Ecuador y Colombia.
No había sido creado el Ministerio de Seguridad, desde el cual se comenzaría a demostrar que es posible una política de seguridad democrática, compatible con la vigencia de los Derechos Humanos. Tampoco sabíamos que la radarización de nuestro espacio aéreo la llevaríamos adelante con nuestra propia tecnología. Aun no había explotado el fenómeno de ampliación de la participación ni la masiva incorporación de los jóvenes a la política, quebrando décadas de retracción e indiferencia. Faltaban tres años para el Bicentenario y sus entonces inimaginables festejos. Mauricio Macri aun no nos había hecho el favor de impedir Tecnópolis en la ciudad, permitiendo encontrar el formidable espacio en que brillaría la muestra.
La enumeración de cambios es arbitraria y podría continuar página tras página. Relatar las transformaciones que se vivieron en nuestra patria durante el gobierno de Cristina Fernández requiere enmarcarlas en las transformaciones que inició Néstor Kirchner en 2003 desde su irrepetible liderazgo, honrando su compromiso con el pueblo. Hasta nuestros días, sólo se encuentra un precedente similar en nuestra historia en las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón con el surgimiento de la revolución peronista.
Frente a la puesta en marcha de este modelo de crecimiento con inclusión social, el sonsonete de los que pretenden retacearle a los Kirchner la condición de peronistas suena ridículo y se emparenta inevitablemente con la degradación que el justicialismo padeció en los noventa.
También debemos recordar que en diciembre de 2007 aun vivían Néstor Kirchner, Mariano y Cristian Ferreyra. La pérdida de Néstor nos permitiría asistir a la conmovedora entereza y presencia de ánimo con que Cristina Kirchner asumiría la responsabilidad de ejercer plenamente el liderazgo de la transformación. Las muertes de Mariano y Cristian Ferreyra y de quienes perdieron su vida en el Indoamericano nos remiten a las asignaturas pendientes que tenemos por delante al pensar en lo que viene.
La lucha contra el trabajo en negro y las tercerizaciones y por el derecho a la tierra y la vivienda está en el centro de nuestras prioridades a la hora de pensar en la sintonía fina necesaria para ir por más. Requiere políticas activas que trasciendan el productivismo. Esas políticas activas deben partir de identificar cuáles son los sectores más dinámicos, cuyo protagonismo hay que potenciar para llevar adelante ese cambio. El movimiento obrero ha sido y es pilar fundamental de esta transformación, pero son los sectores de la informalidad, aquellos que no han logrado aún beneficiarse del mismo modo que quienes gozan de un trabajo formal, los que protagonizan las principales luchas reivindicativas y los que nos marcan el camino.
Los enemigos de aquel primer peronismo no vacilaron en bombardear al pueblo en la plaza para desalojarlo del poder.
Aun después de la contundente victoria electoral de Cristina Fernández, sabemos que los sectores de privilegio no descansan y desde el primer día trabajaron y trabajan para intentar marcarle la cancha y recortar su poder.
Como militantes populares, tenemos bien aprendida la lección que nos enseñó Néstor Kirchner y sabemos que ir por más es el camino. Debemos hacerlo con inteligencia y aportando al fortalecimiento de la unidad de los sectores populares, para brindar el mayor sustento posible a una presidenta que no es neutral, porque es una presidenta auténticamente peronista.


opinión iii


Cristina, la presidenta


Martín Sabbatella Diputado Nacional.


El primer mandato bastó para que Cristina Kirchner se instalara como una de las más grandes dirigentes de la historia ya que la dimensión y el impacto de su gobierno significan, concretamente, cambios considerables en la vida de millones de argentinos y argentinas.
Sus políticas públicas no pueden ser ignoradas ni siquiera por una oposición obtusa, resignada apenas a criticar formas, a pronosticar debacles y a minimizar resultados que sí aprecian y valoran las mayorías populares.
¿Alguien puede desconocer lo que significa en cualquier familia que los adultos tengan trabajo, que los niños estén cubiertos por la Asignación Universal y que los más grandes hayan logrado jubilarse? Quienes recuperaron esos derechos se cuentan de a millones y su incorporación a niveles de ingreso y de consumo dignos explica una parte del crecimiento del país. El éxito del modelo de desarrollo productivo con distribución de la riqueza e inclusión social echó por tierra cualquier argumento de la ortodoxia neoliberal, cuya ineficacia es dramáticamente probada en los principales países del mundo.
Sería injusto acotar el balance de la primera gestión a un resumen de impactos económicos y sociales.
Aún si le sumaran otros derechos consagrados (las leyes de democratización de los medios o de matrimonio igualitario, entre muchas otras) estaría soslayando el contexto.
La presidenta logró llevar adelante una profunda transformación frente a un tándem político y económico que no dudó ni un instante en atrincherarse (usando la metáfora de un conocido filósofo opositor) contra el gobierno y sus medidas. A meses de asumir, el vicepresidente, en uno de los gestos de traición más claros de la historia, se alistó en la oposición al servicio del lobby empresarial que resistía las retenciones móviles al agro. Con una reacción envalentonada por el voto “no positivo” y por la generosidad de corporaciones mediáticas que pretenden recuperar su influencia, se restauró una alianza opositora antipopular parecida a la que enfrentó al peronismo desde mediados del siglo XX, que no consiguió unirse en términos electorales pero sí discursivos y parlamentarios, obviando diferencias ideológicas.
Cristina gobernó gran parte de estos cuatro años sin mayoría en el Congreso y con los medios más poderosos desplegando una artillería de críticas y difamaciones a pedir de boca del establishment.
A un año de finalizar su primera gestión sufrió la muerte temprana de su compañero, Néstor Kirchner.
El ex presidente, tras inaugurar la etapa de transformación más importante de los últimos 60 años y recuperar el valor de lo público y de la política, se había erigido en el militante más entusiasta de CFK y un arquitecto trascendente para consolidar el proceso de cambios populares.
Sobreponerse a la muerte de una pareja ha de ser dificilísimo en lo emocional. Hacerlo mientras se ejerce el más alto cargo ejecutivo de un país y frente a una oposición despiadada hasta el límite de lo antidemocrático, es propio de una dirigente extraordinaria.
En esa fortaleza, atravesada por la angustia de la pérdida, radica la esperanza de que se profundice la transformación iniciada en 2003. Somos muchos quienes nos disponemos con alegría y compromiso a trabajar en ese objetivo, con el liderazgo irremplazable de una mujer que rompió el límite de lo posible.


opinión iv


Tendrá en mí a un opositor entusiasta


Gustavo Ferrari Diputado Nacional.


No sería correcto iniciar una evaluación del primer período de gobierno de Cristina Fernández sin mencionar el reconocimiento que millones de argentinos manifestaron en las urnas. Como representante de otro sector de la sociedad no voy a referirme a los logros, que los hay en este período, como la AUH que debió ser ley para evitar su utilización política, sino a lo que nos diferencia, aspirando a que algunos de estos temas sean abordados en el próximo mandato de un gobierno que está obligado a representar no sólo a quienes lo votaron sino también a quienes no lo hicimos.
Me resulta difícil diferenciar la impronta presidencial de Cristina Fernández en sus primeros años de gobierno, porque la influencia de su esposo en las decisiones, los palcos compartidos y la continuidad del elenco ministerial desdibujaron los límites entre el primer y segundo mandato K. La triste muerte del ex presidente la colocó por fin en el rol protagónico y excluyente de su gobierno. Ella heredó un país que en un contexto internacional absolutamente favorable en lo económico logró un esquema fiscal y comercial de superávit gemelos. En eso se había sustentado la salida de la crisis de principios de siglo, pero empezaba a mostrar agotamiento a caballo de un descomunal gasto público, una inflación que no podía ocultarse tras el fuerte impulso de crecimiento económico basado en consumo y un Estado que redujo el desempleo y multiplicó la asistencia pero que mantuvo casi iguales los niveles de desigualdad social. Una decadencia institucional se evidenciaba en el cambio antojadizo de las reglas de juego, el uso injustificado de instrumentos de emergencia, el desconocimiento de decisiones judiciales adversas y el bloqueo de la actividad parlamentaria.
Argentina que desperdició una oportunidad histórica de crecer con igualdad de oportunidades, en la que la educación pública siguió perdiendo calidad, pese al esfuerzo fiscal y el aumento de la inversión pública, en la que sigue pendiente el reconocimiento de derechos constitucionales a los jubilados y en la que la seguridad nunca estuvo en la agenda del gobierno que dejó crecer el delito complejo, ese que demandará mucho esfuerzo y decisión política combatir.
Otras tres grandes deudas son con la probidad en la función pública.
A diferencia de otros países de la región que apartan a los funcionarios acusados de corrupción, la administración K es tolerante.
Los funcionarios sospechados son ratificados. La segunda es la deuda con el diálogo democrático. Aceptar el pluralismo implica aceptar la opinión del otro y permitir la expresión de las minorías políticas.
Esa es la diferencia entre una visión pluralista y otra plebiscitaria. La tentación del pensamiento único, la vocación de silenciar disidencias, de descalificar a los que piensan distinto empobrece la convivencia social. La tercera deuda es con la realidad. El gobierno optó por un exitoso modelo comunicacional, en el que las contradicciones entre los objetivos que se persiguen y los que se enuncian se diluyen para justificar una alianza con desprestigiados dirigentes del fútbol local que sin dudas ha redundado en una exitosísima política de propaganda oficial como el Fútbol para Todos.
Mucho critico a este gobierno por su pasado, pero también espero que cambie. Como diputado, tendrá en mí a un opositor de lo que entiendo no hace bien al país, pero también, el entusiasta apoyo a todo lo que ponga a la Argentina en el mejor camino


opinión v


Garantizar los derechos


Carlos Kunkel Diputado Nacional


Después de la debacle del neoliberalismo de 2001 y la situación socialmente explosiva que vivimos, con la desorganización del sistema productivo y la desarticulación del Estado como estructura capaz de solucionar los problemas, empezó la reconstrucción el 25 de mayo de 2003, en el período que Néstor Kirchner definió como “el esfuerzo por salir del infierno”.
Así arribamos a diciembre de 2007, cuando partiendo de un porcentaje de alrededor del 22% de los votos alcanzamos el 46% con Cristina como candidata, más del doble. Lo que muchos no habíamos evaluado era la contundencia de la reacción gorila y la agresión que íbamos a sufrir desde adentro y fuera de las fronteras. El primer ejemplo fue el caso Antonini Wilson, un agente protegido por el FBI. Ahí se empezó a cristalizar que no tenían límite en el tipo de agresión que iban a tener contra el país para cobrarle el hecho de que estaba saliendo del infierno al que nos había llevado el neoliberalismo con recetas propias originadas en las raíces del campo nacional popular y del peronismo fundacional.
Luego continuó con la propagandización de una ola de resistencia organizada por Magnetto y los Saguier, Clarín y La Nación, que tuvo como excusa la Resolución 125, pésimamente redactada por alguien que decía ser especialista, a quien nosotros le creímos, y que desde hace varios años es columnista del diario La Nación: Martín Losteau. Muchos errores de esa iniciativa fueron corregidos por la Cámara de Diputados, pero ya estábamos dentro de una escalada de violencia a la que fuimos arrastrados junto también a los chacareros, quienes pagaron las consecuencias de la sistemática desinformación y de la torpeza del manejo de nuestro entonces ministro de Economía; los únicos que se beneficiaron por el voto no positivo de Cobos fueron los grandes grupos económicos. Esa situación originó un período de aumento del precio de productos de primera necesidad, desabastecimiento y mal humor social, y tuvimos que empezar a dar la batalla por el acceso a la información y por la libertad de expresión. Luego llegó el proceso electoral de 2009. En ese momento, sectores de la derecha todavía organizados conjuntamente con los multimedios pudieron arrastrar a sectores de la sociedad y nos infligieron la sorpresa de empatarnos las elecciones a nivel nacional y ganarnos por un par de puntos en la provincia de Buenos Aires.
Nosotros advertimos que a pesar de la recuperación que habíamos logrado no habíamos conseguido un acceso a la información y un derecho a la libertad de prensa de la ciudadanía con suficiente claridad como para que se pudiera leer la realidad sin distorsiones.
En esos cinco meses hasta el recambio legislativo, cuando perdimos el control del Congreso, logramos introducir una serie de medidas para continuar con el proceso de transformación y aprobar un Presupuesto que nos permitió funcionar en 2010 iniciando un importante proceso de aceleración del rumbo. Esto generó reacciones en los poderes concentrados que primero intentaron desarticular el sistema previsional oponiéndose a la ley de movilidad jubilatoria y pretendiendo otorgar el 82% móvil sin aclarar fuentes de financiamiento.
Esto tenía el único objetivo de liquidar las reservas de la ANSES.
Esos dirigentes que ahora impulsaban el 82% móvil eran los mismos que habían mantenido 14 años congeladas las jubilaciones y las habían achicado un 13 por ciento. Con este tipo de medidas logramos acelerar el proceso de distribución de la renta hacia los que menos tienen, y seguir por este camino que nos va a permitir sostener el consumo interno, mantener la expansión productiva y darle más justicia a nuestro pueblo. A esto hay que sumarle que cuando asumimos el gobierno el 6% del PBI se destinaba al pago de la deuda y sólo el 2% a la inversión de la educación, y hoy estamos asignando el 6,7% de nuestro PBI para educación y alrededor del 2,5 al pago de la deuda.
Hace dos años el jefe formal de la oligarquía, Hugo Biolcati, y el doctrinario histórico, el doctor Mariano Grondona, dijeron que después de las elecciones de 2009 iba a asumir Cobos la presidencia, dejando de manifiesto la intención de destituir al gobierno constitucional. Ese gobierno fue capaz de recuperarse de los errores cometidos y al mismo tiempo brindarle al pueblo argentino la certeza de que mantendremos el rumbo y generaremos las condiciones y las respuestas necesarias en cada coyuntura. Cuando hablamos de profundización del modelo nos referimos a seguir invirtiendo en infraestructura, creación de universidades y escuelas, la industria naval y de todo lo que nos permita que el fruto del esfuerzo de los argentinos quede en manos de argentinos. Vamos a seguir ajustando los mecanismos para que todos estemos en igualdad de condiciones a la hora de pagar nuestros impuestos de acuerdo a la regulación jurídica y que todos aquellos que trabajan tengan las condiciones y las garantías que nuestro reglamento jurídico otorga y establece.


opinión vi


“Tres distribuciones estructurales”


Eric Calcagno Diputado nacional FPV.


El primer gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner consolidó por un lado los ejes políticos, económicos y sociales del gobierno de Néstor Kirchner y por él avanzó en temas sustanciales. En el primer aspecto, basta recordar la continuidad de las altísimas tasas de crecimiento de la economía, de los superávit fiscales y externos, de la inclusión social y de la afirmación de la soberanía nacional. En el período presidencial que comenzó en 2007 se sumaron actos trascendentales, con el sistema de jubilaciones de reparto (con sus implicaciones sociales, económicas y financieras), la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, la Asignación Universal por Hijo, el plan de obras públicas y el impulso a la ciencia y la técnica, para citar algunos ejemplos.
Desde 2003 también cambió la función del Estado. Antes, ese Estado diseñado durante el gobierno militar y perfeccionado en los ’90, tenía como tarea primordial la privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas, en un marco de sojuzgamiento político y de exclusión social. Ahora, la acción del gobierno es el principal instrumento de la inclusión social.
Es una reasignación de poder y recursos, sin la cual continuaría la política de exclusión. Se configura así una nueva Argen- tina. Estos cambios son a la vez consecuencias y causas de una distribución más justa del ingreso, de la palabra y del conocimiento.
Veamos: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO. Una distribución más justa del ingreso es un objetivo del modelo de desarrollo con inclusión social. Los progresos logrados son impresionantes.
Estamos muy cerca del pleno empleo, con un desempleo del 7,3%; el sistema de previsión social protege al 94% de la población, la Asignación Universal por Hijo cubre a 3,6 millones de niños y jóvenes; aumentaron los salarios reales.
DISTRIBUCIÓN DE LA PALABRA. La distribución de la palabra es indispensable para viabilizar la distribución del ingreso. Para hacerla posible, se sancionó la Ley de Regulación de los Medios de Comunicación Audiovisual que pluraliza las emisiones de radio y televisión.
Hoy casi la totalidad de la información proviene de los medios cuyos símbolos y ficciones están guiados por el márketing, el rating y los intereses económicos y políticos de sus dueños. En cambio, la nueva ley reconoce a lo público, integra a lo social y regula el mercado. La distribución de la palabra posibilita que cada uno argumente en libertad su verdad relativa, que de eso se trata la política.
DISTRIBUCIÓN DEL CONOCIMIENTO.
La difusión del conocimiento como política permanente marcará el grado de justicia, democracia y productividad que tendrán las sociedades.
Dentro del período 2010-2012 se entregarán netbooks a cada uno de los 3 millones de alumnos de la educación secundaria pública.
En la educación superior, en los últimos años se crearon cinco universidades en el Conurbano Bonaerense, que se sumaron a las siete ya existentes.
LA PROFUNDIZACIÓN DEL MODELO.
Los logros en materia de redistribución pueden ser simbolizados por tres resultados: primero, los asalariados llegaron al 48% del ingreso total; segundo, se rompió el monopolio de la comunicación de televisión y radio; y tercero, la distribución de netbooks a todos los alumnos secundarios de las escuelas públicas y la creación de universidades en el Conurbano Bonaerense contribuirán al surgimiento de dirigentes provenientes de otras clases sociales, gracias a la educación. Los tres aspectos de la redistribución referidos están articulados y se realimentan; por ejemplo, la redistribución del ingreso permite mayor acceso al conocimiento; y el mayor conocimiento repercute en mejores salarios; a su vez, la redistribución de la palabra mejora el conocimiento y crea opinión a favor de las redistribuciones.
Estos son aspectos de la distribución del ingreso, de la palabra y del conocimiento, que significan en los hechos un empoderamiento de la sociedad argentina, de sus ciudadanos y ciudadanas, en su unidad y diversidad, en todas sus potencialidades.


opinión vii


“Cuatro años de profundización”


Ariel Basteiro Escritor y político.


Si el gobierno de Néstor Kirchner había sorprendido a muchos por los cambios sustanciales que hizo en la forma de gobernar, interlocutar con todos los sectores hasta ese momento negados de la sociedad y resolver y dar respuesta a las demandas sociales; el de Cristina Fernández, quizás haya sido menos sorpresivo, pues ya estaba claro la impronta del modelo kirchnerista. Sin embargo, no por ello fue menos grato, pues tal cual se planteaba en las consignas de campaña de 2007, se profundizaron los cambios.
Hubo un conjunto de medidas que la propia presidenta envió al Parlamento que en verdad mostraban la voluntad de ir por más, sin importar cuánto beneplácito causaba en el establishment; sino mirando cómo esas medidas eran reclamadas por la sociedad o la propia coyuntura político económica la justificaban.
A partir de allí, se abrió la discusión de la Resolución 125; la expropiación de Aerolíneas Argentinas o la reestatización del sistema de jubilaciones y pensiones; además de derechos civiles como el matrimonio igualitario o la identidad de género. Las medidas que afianzaron las investigaciones en la violación de los Derechos Humanos por parte de la dictadura o la recuperación de derechos laborales, lo que hizo que estos ocho años de gobierno fueran un período en donde no se conocieron medidas que perjudicaran a los trabajadores.
Pero siendo el gobierno que menos utilizó el sistema de los decretos de necesidad y urgencia, lo hizo en el caso de instalar el derecho más transformador que cualquier gobierno implementó en buscar terminar con las desigualdades como fue la Asignación Universal por Hijo.
Y por último, la oportunidad de hacernos vivir en un país donde nos sintamos orgullosos de ser parte de Latinoamérica y encabezar procesos políticos que son tomados como ejemplos para otros lugares en el mundo.
Tuve la suerte de ser parte de las comitivas que acompañaron a la presidenta en sus viajes oficiales, y siempre me sorprendió el respeto que le brindaban las figuras más importantes de la política mundial. Respeto ganado, no tan sólo por las transformaciones generadas en nuestro país, sino por la capacidad de transmitir pensamientos en los discursos que le tocaba dar en esos ámbitos.
Luego del reconocimiento que hizo el pueblo argentino, dándole el apoyo con más de un 54% de los votos, continuó el camino de la profundización. Este período vendrá acompañado con afianzamiento de un proyecto iniciado por el gran ausente en estos actos de asunción, el compañero Néstor Kirchner. En su honor y recuerdo está también la garantía de seguir haciendo más y mejor las medidas que nuestro pueblo y Nación necesitan.


opinión viii


“Desafíos de la actual etapa política”


Victoria Donda Diputada nacional.


No somos oposición por oposición. Como ya demostramos en algunas medidas de envergadura impulsadas por este gobierno (por caso, estatización de las AFJP y Ley de Medios), acompañaremos con responsabilidad y patriotismo cuando haya que hacerlo. Pero al mismo tiempo, prestaremos especial atención y haremos valer nuestro peso político en el Parlamento, cuando creamos que las múltiples cuentas pendientes que tiene hoy el kirchnerismo con la sociedad no sean atendidas.
Si bien no estoy del todo de acuerdo, muchos editorialistas redujeron el arrasador triunfo electoral de la presidenta al “modelo económico”. Más allá de la veracidad o no de esta premisa, lo cierto es que sólo un obtuso opositor pasaría por alto el crecimiento a “tasas chinas” de nuestra economía. Lo paradójico es que el gobierno nacional no transformó esta condición macro en desarrollo y mayor bienestar para el pueblo en su conjunto.
De nada sirven estas “cifras envidiables” si no disminuimos sensiblemente la pobreza; si no atendemos a la educación y a la salud como corresponde; y si no resolvemos la “inseguridad” desde una visión contenedora y más enfocada en sus causantes sociales.
Los números “sólidos” de esta economía que crece, cuando el resto del mundo se derrumba (algo que es cierto), no representan nada si la sociedad –fundamentalmente los sectores más indefensos– no percibe un aumento en su calidad de vida.
¿Cómo es posible que sigamos manteniendo, por ejemplo, la misma estructura tributaria que hace décadas? ¿Acaso esta matriz impositiva no es fuertemente regresiva? Debemos luchar por una profunda reforma en esta área, la que a su vez dé impulso a una mejor y más justa distribución de la riqueza.
Hay tributos que deberían eliminarse y actividades, por ejemplo, la financiera, que correspondería regular desde el Estado.
Siguiendo esta última idea, el Estado debe hacerse presente allí donde sea necesario. La política debe conducir a la economía y poner primero los intereses de la Nación. En este sentido y analizando la fallas económicas, tanto internas como importadas de la coyuntura internacional, me preocupa cómo repercutirán estas en el tejido social.
Hace días, Cristina llamó a empezar la “etapa de la sintonía fina”.
¿Cómo se darán las correcciones al modelo? Este es un gran desafío para el kirchnerismo, justamente mentor y promotor de este ciclo económico.
Desde el FAP trabajaremos para que estas correcciones de rumbo no afecten a las mayorías.
No permit iremos los “ajustes” en ninguna de sus presentaciones.
Y más aun: trabajaremos para que el segundo gobierno de la presidenta vaya a fondo con cuestiones, no sólo económicas sino también políticas y sociales.
Lucharemos para que el crecimiento en las cuentas del Estado se traduzca en el 82% móvil para nuestros jubilados. Pelearemos, en definitiva, para hablar con orgullo de una Patria que crece de modo sostenible en el tiempo.
Legislaremos para que la AUH se efectivice por ley y para que la inf lación no se la trague. Trabajaremos por una Ley de Medios al Servicio de todas las voces. Y no sólo de las amigas del poder de turno. Que los sin voz tomen la palabra. No que otros, supuestamente en nombre de los intereses más desprotegidos, hablen por ellos.
Seguiremos peleando para continuar con el debate que abrimos este año para lograr una ley que habilite la interrupción voluntaria del embarazo y para que se haga realidad la ley de identidad de género ya votada en Diputados.
En este proceso político iniciado hace ya largos ocho años y medio –y que aún transitado ese lapso de tiempo muestra deudas no menores– intenté mostrar las que me parece son algunas de sus cuentas pendientes.
Mi objetivo central como militante y diputada reelecta es dar el debate que nos debemos, de modo maduro y comprometido con el bien común de un país que pide a gritos avanzar a favor del conjunto y no de intereses sectoriales que tanto daño le han hecho.




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