El político argentino Jorge Rivas vuelve a la actividad
Abel Gilbert / Buenos Aires / Xornal de Galicia (Xornal.com)
«Soy optimista», dice Jorge Rivas, y la frase, tan escuchada aquí, tan gastada en las publicidades electorales, vuelve, en su caso, adquirir sentido. ¿Cómo no creerle? En el mercado de la política se suele vender la ilusión con las mejores sonrisas. Pero la esperanza es lo primero que se pierde, una vez que acaban esas campañas, como la reciente en Argentina. Con el diputado Rivas sucede, sin embargo, otra cosa. «Mi evolución es lenta pero permanente», asegura. Sus respuestas son la mejor prueba del milagro.
Rivas era una persona normal, salvo por el hecho de que le apasionaba la política en un país donde impera la lógica del entretenimiento. El 13 de noviembre del 2007, el que podía haber sido el final de un día cualquiera, este dirigente socialista detuvo su auto en una esquina de Lomas de Zamora, una localidad de la periferia bonaerense, a unos 20 minutos de la sede presidencial.
Al borde de la muerte
Había visto una farmacia abierta y descendió sin mayores inquietudes. Rivas desempeñaba entonces el cargo de vicejefe de ministros del presidente Néstor Kirchner y había sido elegido diputado nacional. Debía asumir el cargo en un mes. Esa noche circulaba sin custodia. Apenas caminó unos pasos cuando dos ladrones lo interceptaron y golpearon. Rivas quedó en la acera, al borde de la muerte. Los médicos le diagnosticaron traumatismo de cráneo con hemorragia cerebral.
Y es, en ese momento, que empieza su «otra» historia. Porque Rivas, cuyo cuerpo había quedado petrificado, sacó fuerzas de donde no las hay y comenzó muy lentamente un proceso de rehabilitación que aún no ha terminado. Después de más de un año de silencio, ahora se comunica, puede hablar y operar un ordenador. Un teclado virtual le permite seleccionar las letras usando su mirada. Luego, él hace clic con el ratón. Ese es el único movimiento posible: dos dedos de su mano izquierda quedaron a salvo de la paraplejia general. Un sintetizador reproduce luego en audio las palabras utilizadas. Rivas habla, escribe, se comunica a través del correo electrónico y de los otros servicios de la red con familiares, amigos y dirigentes políticos.
En un país donde el fantasma de la violencia se agita a toda hora en las pantallas, en momentos en que las celebridades y la jet set no se cansan de reclamar la pena de muerte, cuando los barrios ricos sueñan con levantar muros que los separen definitivamente de los pobres, como se intentó hace muy poco en la localidad bonaerense de San Isidro, Rivas provoca cierta incomodidad con su testimonio y sus opiniones sobre la inseguridad ciudadana.
A pesar de lo que le ha tocado vivir, de las marcas que llevara por vida, ha tomado distancia de todo diagnóstico sensacionalista. Piensa que las soluciones pasan por resolver males estructurales. «Las causas de la inseguridad son múltiples pero no cabe duda de que la desigualdad es una de sus principales razones y es en lo que hay que poner el acento porque es un caldo de cultivo propicio para que la misma prospere», le dice a este cronista. «Cuando la policía llega muchas veces el daño es irreparable, por eso se imponen las políticas preventivas, las políticas represivas se han manifestado impotente en todo el mundo para resolver este conflicto», agrega.
Ovación histórica
En la tarde del miércoles 20 de mayo de este año, pudo asumir por fin su escaño en la Cámara de Diputados. Lo llevaron al recinto en su silla de ruedas. Allí, recibió una ovación histórica. Rivas unió, al menos por unos minutos, a oficialistas y opositores. Los mismos que en el camino de las elecciones parlamentarias del 28 de junio se dijeron las peores cosas. El Gobierno fue derrotado en los comicios y las aguas no se han calmado. «Espero que prime la racionalidad y que logremos como sociedad poner a la política como centro decisorio para continuar profundizando el cambio»,dice Rivas a El Periodico.Él, que ha superado los peores obs.áculos, cree que es posible.
El diputado Rivas tiene, por estos días, una agenda cargadísima. Por la mañana se dedica a las tareas de rehabilitación. Por la tarde, su lugar es el Congreso. «Trabajo en comisiones parlamentarias, recibo mucha gente y legislo». En una Argentina cargada de arcanos, él imagina un futuro distinto. «Pronto espero alimentarme por la boca. E iniciar la rehabilitación para intentar caminar otra vez», dice. La fuerza lo acompaña.