LIBRO
Muertes de Nisman
Libros sobre un caso aún sin resolver
Quién es esa mujer honesta y trabajadora
El video policial también registró la vaina vacía del proyectil que mató a Nisman sobre una mancha de sangre seca –con dos pelos que luego desaparecieron–, al igual que gotas de saliva.
La especialista en ADN Gabriela Novoa luego certificó que le había llegado el arma, el cargador y los proyectiles en bolsas de plástico, pero todo con la sangre de Nisman que podría haber contaminado material genético de otras personas. Ni siquiera se encontró el ADN de Lagomarsino, que había manipulado el arma unas horas antes y había estado presente dos veces el sábado en el departamento.
Más tarde, Fein le ordena a una perito (que estaba vestida con ropa particular y sacaba cosas de una caja de seguridad que Nisman tenía en el baño): “Hay que registrar todo”.
Se ve, entonces, cuando la perito saca con sus manos –sin guantes– un fajo con 10 mil dólares, un billete de 5 libras esterlinas, una memoria digital, la llave del Audi Q3 y una caja roja marca Touro con un disco duro de computadora, entre otros elementos.
Luego, Natalia Gimena Fernández, camarera del bar Johnny B. Good y testigo del procedimiento, vio cómo una mujer de la Prefectura tomó con sus manos sin guantes el celular de Nisman –que no paraba de vibrar– para desbloquearlo, a pesar de que ya tenía puesto un polvo blanco para buscar huellas. En opinión de Fernández, había un clima de “risas y jolgorio” en el procedimiento.
Un par de prefectos, ya avanzada la madrugada, le dijeron que en vez de tomar mate “deberíamos pedir vino.
Lástima que seas la única chica acá”.
En otra escena se ve a peritos, vestidos sí como corresponde, revisando el tacho de basura donde se observa una cáscara de banana y papeles rotos.
Pero hay otros embolsando elementos secuestrados sobre la mesa del living, quizás también contaminando huellas u otras pistas en ese sector del departamento.
La madre de Nisman permaneció en el departamento durante todo el operativo. Ya Berni le había dicho al juez De Campo que había pedido quedarse “por la documentación de su hijo que había ahí”, sin dar detalles.
Incluso, estuvo presente hasta las 6.50, cuando dos prefectos se llevaron el cadáver, cubierto con una bolsa negra, desde Le Parc hasta la morgue donde se haría la autopsia.
La última escena del video es el piso del baño lleno de pisadas sobre las manchas de sangre y todo completamente desordenado.
A nadie se le ocurrió vallar el baño.
A nadie se le ocurrió tomar registro de las personas que entraban y salían.
A nadie se le ocurrió hacer un “camino del indio” con baldosas elevadas y tratar el lugar como un “recinto sagrado”, como dice el criminalista francés Alejandro Lacassagne. ¿Actuaron así violando los protocolos para preservar la prueba o por negligencia?, ¿porque es así el promedio de los procedimientos policiales en la Argentina?, ¿o para facilitar una limpieza de huellas de un eventual asesino y su equipo, dejando una “zona liberada”? Esta última frase se usó en la dictadura.
Cuando el Ejército salía a hacer un operativo clandestino e ilegal, ordenaba a la comisaría del lugar que no interviniera y dejara una “zona liberada”.
En contra de esta última hipótesis, va el hecho de que hasta ahora no se sabía que el Estado argentino tuviera equipos secretos de asesinos profesionales y limpiadores de huellas, como los que tienen los países desarrollados.
Como el expediente fue caratulado como “muerte dudosa”, la investigación quedó en ese momento en manos de la fiscal Fein y no de la jueza de instrucción Fabiana Palmaghini por una cuestión de procedimientos.
Antes del caso Nisman, Viviana Beatriz Fein (61 años) estaba a punto de jubilarse tras el nacimiento de su primera nieta. Había sido designada en 1992, durante el gobierno de Carlos Menem, sin concurso. Su primera oficina estaba en el edificio de Paraná 425. Recién en 2007 su Fiscalía, la número 45 del fuero penal ordinario, se mudó a la calle Tucumán 966. En su carrera hasta ahora no había investigado casos con connotación política, sino crímenes comunes. Como caso sobresaliente de su carrera en 2010, investigó el robo de cien cajas de seguridad del Banco Macro.
El escándalo Ciccone también rozó su despacho: recibió una denuncia contra José María “Naringa” Núñez Carmona, socio del vicepresidente Amado Boudou, por estafa y administración fraudulenta.
También investigó una denuncia por un robo en la sede del sindicato de Camioneros de Hugo Moyano. Pese a que ahora investiga un caso de interés de la ex SIDE, la CIA y el Mossad de Israel, entre otros servicios de inteligencia, sigue con la costumbre de fumar Marlboro con las ventanas abiertas de su despacho, a la vista de cualquiera que quisiera filmarla? Antes de empezar con la investigación de la misteriosa muerte de Nisman, la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, le ofreció nombrar dos fiscales para que la ayudaran, pero lo rechazó. Sólo aceptó dos asesores de prensa y contratos para nombrar más empleados.
Tampoco quiso dejar las otras causas y dedicarse en exclusiva al tema Nisman.
En Tribunales se la considera una fiscal honesta y trabajadora, pero que se había dejado “entornar” por asesores de Gils Carbó. (....) n
ella. Fein, a punto de jubilarse, dirigió la investigación
Nisman debe morir ☛ Autor Daniel Santoro ☛ Editorial Ediciones B ☛ Género Investigación ☛ Primera edición Octubre de 2015 ☛ Páginas 352 Datos sobre el autor u Daniel Santoro se desempeña como editor especializado en casos de corrupción de la sección “El País” de Clarín.
u Licenciado en Comunicación Social, egresado de la Universidad Nacional de La Plata.
u Es socio fundador y ex presidente del Foro de Periodismo Argentino (Fopea), miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y de la Academia Nacional de Periodismo de la Argentina.
A un año de que apareciera muerto en su departamento, la historia del fiscal que había acusado a la presidenta provoca aún más preguntas que respuestas claras. Cinco libros intentan develar el misterio: Nisman debe morir, habla sobre su soledad y, quizá, de las complicidades políticas que provocaron los hechos; Código Stiuso, sobre sus últimos momentos y el viaje con sus hijas; Nisman, crónica sobre ese 18 de enero; Operación Nisman, sobre su denuncia; e In memoriam, sobre la actitud de la ex presidenta, según la versión de la prima del fiscal de la causa AMIA.
El viaje de un hombre ansioso
Ya no era Aldo Stiles. Ya no era Jaime. Después de 42 años, volvía a ser Antonio Horacio Stiuso. Había atravesado la dictadura. Había atravesado nueve presidentes. Y al final, también a él le tocaba irse.
Viajó a Uruguay y se instaló en el mismo hotel de Punta del Este al que iba desde hacía décadas. Allí empezó a recibir las noticias. Primero fue Garnica.
Su amigo le avisó que Parrilli se había presentado en la base Estados Unidos y le había pedido que adelantara su jubilación.
Pasó lo mismo con el Gordo Miguel, con Patrizio, con todos sus hombres de confianza. También Alberto Massino. Uno tras otro debieron firmar planillas y cartas documento para instrumentar lo que sería una limpieza de La Casa de todo lo que tuviera que ver con Jaime. Al menos los más cercanos, iban a caer todos.
Uno tras otro, más de veinte funcionarios y agentes fueron corridos de la Secretaría entre Navidad y fin de año. Más tarde les iba a tocar a unos cuantos callejeros, a delegados del interior, a decenas de analistas y a carpinteros de la base Estados Unidos. Todos los que respondían directamente a la voluntad de Jaime fueron borrados en esos días de fin de ciclo, en un verano caliente e inolvidable.
Es casi imposible imaginar que Jaime no lo haya advertido a tiempo, que no lo haya visto venir. Jaime había hecho ante Parrilli una actuación. Y Parrilli había hecho la suya.
“Acuerdo de sicilianos” le habían puesto a la obra. Sólo que el final era realmente impredecible. Lo sigue siendo.
Entramos ahora en una zona dominada por un secreto difícil o acaso imposible de perforar. Un territorio repleto de incógnitas y algunas de ellas lo serán para siempre. Pero es posible que las dudas sean, en realidad, la clave de todo.
Hay que razonar hacia atrás, como decía Conan Doyle.
Si Jaime sabía que iban a echarlo, ¿pensó en cuál iba a ser su reacción? La historia nos mostró que siempre planifica lo que va a hacer.
Y que no tiene apuro, porque es calculador y tiene la paciencia necesaria para proyectar una venganza precisa y a su tiempo. En los últimos meses había dejado muchos expedientes abiertos en Tribunales. Denuncias contra agentes inorgánicos de la SIDE, denuncias por amenazas recibidas y otras más que se irán descubriendo con los meses o con los años. Había dejado también denuncias dentro de la Secretaría, para que la dirección de Asuntos Internos tuviera también para entretenerse. Eran sus huellas, por si las dudas, para poder destapar algunas cosas si alguna vez lo considera necesario. También se había tomado el tiempo de sacar sus cosas de La Casa. ¿O alguien pensó que iba a dejar ahí toda su ferretería de espionaje y sus backups y sus secretos? ¿Pero tenía otra carta para jugar? Hay que razonar hacia atrás.
¿Cuál era la causa de su vida? ¿Cuál era su carta más audaz, esa que le había permitido limpiar a sus enemigos internos de la década del noventa, la que le había abierto las puertas hacia el mundo globalizado del espionaje? ¿Qué carta conocía mejor que nadie? Kirchner lo había dicho.
Nadie conocía esa causa como Jaime.
Alberto Nisman llevaba meses planeando su viaje a Europa. Era el regalo de 15 años de su hija mayor, Iara. En la Unidad Fiscal había informado de su viaje y había puesto una fecha de regreso, para el 19 de enero. Pero el último día del año les dijo a sus secretarias –eran tres– que pensaba volver antes, el día 12 de enero. Su anuncio coincidió con la limpieza en la SIDE. ¿Habló en esas horas con Jaime? ¿Acordaron juntos lo que estaban por hacer? Es imposible imaginar que Nisman haya tomado esa decisión solo. Llevaban meses, tal vez dos años trabajando juntos en la denuncia por encubrimiento contra el gobierno de Cristina. Podía ser una denuncia poco contundente, pero no era una denuncia improvisada, sino el resultado de muchísimas horas de trabajo, de analizar escuchas telefónicas, cruzar datos, hacer recortes periodísticos, analizar el contexto de lo que pasaba en torno al pacto que había intentado Cristina Kirchner con Irán.
Lo único que quedaba por definir era el momento exacto de la presentación. ¿Nisman estaba adelantando su retorno para eso, para activar la denuncia? Nada dijo a nadie de la Unidad Fiscal. A nadie. Como nunca lo hacía, en realidad. Porque Nisman hacía tiempo que había dejado de ser un fiscal como cualquier otro. Nisman desconfiaba de todos sus empleados.
De sus secretarias, de las asistentes, de los abogados que trabajaban para él. Tiempo atrás, en 2007, había denunciado a uno de sus fiscales ayudantes por mal desempeño de sus funciones, ya que lo veía poco convencido de la marcha de la investigación. Aquello había sido un verdadero escándalo, que terminó en nada pero que dejó una huella entre todos los empleados.
Nisman desconfiaba de sus empleados y ellos temían sus reacciones. Es cierto que les delegaba tareas, pero sólo tareas específicas. Buscar tal antecedente, analizar determinado informe de Inteligencia, hacer un resumen de los entrecruzamientos de llamados.
Pero a ninguno de sus cuarenta empleados les mostraba el mosaico global de su trabajo. Ninguno sabía exactamente lo que estaba por hacer. (...) No podemos conocer el motivo exacto del apuro de Alberto Nisman por volver. Era un hombre naturalmente ansioso, por momentos hiperquinético, de esas personas que cuando toman una decisión tienen que ejecutarla en ese mismísimo momento. (...) n
☛ Título Código Stiuso ☛ Autor Gerardo Young ☛ Editorial Planeta ☛ Género Investigación ☛ Primera edición Febrero de 2015 ☛ Páginas 448 Datos sobre el autor u Gerardo Young nació en Buenos Aires en 1972.
Trabaja en el diario Clarín desde 1993, donde es editor del equipo de investigación.
u En 2003 fue uno de los ganadores del premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, de Gabriel García Márquez, por una investigación sobre el movimiento piquetero.
u En 2006 publicó SIDE. La Argentina secreta (Planeta), un libro con el que, como ahora, se ocupó de indagar en las herramientas menos visibles del poder.
El silencio en Le Parc y todo Puerto Madero
Natalio Alberto Nisman se miró en el espejo antes de apretar el gatillo. Estaba cansado, pero decidido. La última imagen que vio en su vida fue la de sí mismo reflejada en ese espejo que llevaba días sin limpiar.
Se miró fijo a los ojos y cayó desplomado.
El disparo fue en la sien con una pistola Bersa calibre .22 con la numeración 35099, apenas visible. Hacía pocos días había acusado a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de ser parte de un plan siniestro para encubrir el atentado terrorista a la AMIA.
Era domingo 18 de enero de 2015.
El lunes, el fiscal Nisman debía ratificar ante el Congreso de la Nación lo presentado en la Justicia. La muerte fue instantánea y generó dos estruendos.
Uno más violento que el otro. El disparo por un lado y la caída al suelo de ese cuerpo herido de un metro ochenta y dos.
Sin embargo, ningún vecino escuchó nada.
Mucho menos los empleados de Seguridad Integral, la empresa que vigila el perímetro del edificio Le Parc. Menos aún sus custodios, que estaban abajo en la cochera.
Nadie.
La hora del suicidio se estima cerca del mediodía de aquel domingo de enero. Entre las 13 y las 15 horas.
El cuerpo no tenía marcas n i lesiones defensivas. No había rastros de un forcejeo.
Tampoco de una segunda persona en la escena de la muerte.
Nisman ocupaba la unidad 4 del piso 13. La puerta de servicio de su departamento estaba cerrada pero sin vuelta de llave. La puerta principal sólo se abre con un código electrónico, al igual que el ascensor, que necesita de una clave para funcionar. Todas las ventanas estaban intactas. De hecho, la abertura que admiten es tan angosta que no podría pasar una persona. El balcón es impenetrable; por lo menos lo es si la intención es no dejar rastros.
Además, cuenta con una red de seguridad que aquel día estaba intacta.
El arma tenía presencia del ADN de Nisman por todas partes. En la empuñadura, en el gatillo, en el cargador.
Nisman cruzó su mano izquierda para sostener con fuerza la derecha. Con esta mano portaba el arma, tembloroso.
Con esa mano disparó. La trayectoria de la bala fue de atrás hacia delante y de abajo hacia arriba.
El baño quedó regado de sangre en pocos segundos. El fiscal ejecutó el disparo a menos de dos centímetros de su cabeza. Sufrió un “espasmo cadavérico”, es decir que de inmediato el cuerpo adquirió rigidez. Quedó duro en el piso. Tieso. El dedo índice de la mano derecha terminó doblado con el ángulo propio que imprime el accionar del gatillo. Un fenómeno neuromuscular incontrastable. Algo así como el último esfuerzo voluntario del suicida.
La última orden que su cerebro emitió.
La sangre no salpicó el espejo pero sí la mesada del baño, donde quedó una marca evidente de que Nisman había estado de pie observando su propia muerte. La trayectoria del goteo hemático indica que antes de que su cuerpo se desplomara en el piso, en el mismo instante del disparo, Nisman escupió sangre por la boca producto de las lesiones internas.
El baño estaba ordenado. Sobre la mesada quedó el estuche de las lentes de contacto, el envase del líquido para lubricarlas, un vaso transparente de plástico, varios potes de cremas y seis pomos de pasta de dientes. También quedó arrugado el paño verde que venía en la caja del arma que le pidió prestada la tarde anterior a Diego Lagomarsino, su asesor informático, el hombre que llevaba más de ocho años junto a Nisman y que conocía como pocos los secretos del fiscal. Una suerte de hacker privado, servil y funcional.
La bañera estaba seca, sin usar. Al costado quedó el cuerpo tirado. El fiscal vestía short negro y remera blanca.
Sus pies descalzos apuntaban hacia al lavabo. El brazo izquierdo cruzaba su tórax. El brazo derecho esta flexionado hacia arriba y su mano había quedado sobre el piso, a la altura del rostro, donde la sangre que emanaba desde la parte trasera de la cabeza de Nisman se confundía con la pulserita de tela roja que llevaba en su muñeca.
Nisman la usaba para combatir la envidia.
La cabeza quedó ladeada hacia la derecha y apoyada sobre la bisagra más baja de una puerta entreabierta.
El disparo le generó un orificio en la región temporal derecha, sin herida de salida. Debajo del hombro izquierdo, se halló la pistola Bersa modelo 62 con un cargador de tres municiones completas y una en recámara. Entre los pies descalzos y el inodoro del baño, fue encontrada la vaina servida del .22. El disparo resultó certero y terminó con la vida del fiscal.
Sobrevino el silencio en Le Parc. Un silencio ensordecedor. El silencio de la muerte. Nisman quedó tirado más de ocho horas hasta que fue hallado su cuerpo. La primera persona que lo vio fue su madre, Sara Garfunkel, la misma que lo había dado a luz el 5 de diciembre de 1963.
—No hay dudas –dijo el primer médico en llegar a la escena de la muerte.
Se trató de un suicidio. De una decisión extrema de quitarse la vida. De un instante de locura y desesperación.
De un hombre acorralado que buscó en forma desesperada un arma hasta conseguirla.
—Los datos son contundentes —explicó un policía experimentado.
Un solo disparo, un cuerpo sin lesiones, un departamento ordenado, las ventanas infranqueables, las puertas sin señales de forzamiento, el acceso al departamento custodiado por agentes privados y policías federales. (...) n
☛ Título Nisman ☛ Autor Facundo Pastor ☛ Editorial Margen Izquierdo ☛ Género Ensayo ☛ Primera edición Septiembre de 2015 ☛ Páginas 280 Datos sobre el autor u Facundo Pastor es periodista y abogado.
Comenzó su carrera redactando crónicas deportivas y luego se desempeñó como productor y cronista de radio y televisión.
u Colaboró con la investigación realizada por Miguel Bonasso para el libro Don Alfredo. Desde principios de 2002 es el encargado de investigar los casos policiales para el noticiero de América 2.
u Nisman es su primer libro de investigación.
La denuncia de un plan delictivo
El miércoles 14 de enero de 2015, el fiscal Alberto Nisman se presentó ante las cámaras del Canal TN –específicamente en el programa A dos voces– para “denunciar la existencia de un plan delictivo” orquestado por el Poder Ejecutivo Nacional, “destinado a dotar de impunidad a los imputados de nacionalidad iraní acusados” en la causa AMIA. Como es sabido, la denuncia, presentada ante la Justicia, fue dirigida a la presidenta de la República Argentina, Dra. Cristina Fernández de Kirchner. En su referida participación televisiva, el fallecido fiscal expresó que uno de los motivos principales del “plan criminal” de encubrimiento de los imputados en dicha causa fue la necesidad del gobierno argentino de, “por un lado, acercarse geopolíticamente a Irán? Por otro lado, restablecer relaciones diplomáticas y, ante la severa crisis energética que sufría la Argentina, comprarle petróleo a Irán, [y] que Irán comprara eventual - mente granos? Ante esa decisión argentina, que nos guste o no, insisto, es legítima, [en el gobierno] dicen: ‘Este proyecto político que tenemos es inviable en la medida en que subsistan las acusaciones por la causa AMIA. Entonces, hay que borrar estas acusaciones’”.
Coinc idi r con e l diagnóst ico de “crisis energética” para la Argentina (como para cualquier otro país), sin definir antes el concepto de “energía” y, aún más importante, sin determinar “energía” para qué y para quiénes, es caer en la trampa del neoliberalismo, desesperado por retornar a la Casa Rosada. En esa misma trampa cayó justamente el propio fiscal Nisman.
Es que la sentencia de una Argentina en “crisis energética” –como vimos, medular de su denuncia– se aprovecha de una enorme y estratégica falla (léase “falta”): un concepto de la energía acorde a los intereses de la sociedad, esto es, del ciudadano consumidor, a la vez que en función de un proyecto industrialista, socialmente equitativo y económicamente moderno y autosuficiente. ¿Por qué? Sencillamente porque la salud energética de una nación es la salud energética de su pueblo; y porque no hay seguridad energética para la sociedad sin una provisión y una disponibilidad equita- tivas y universales de servicios públicos asequibles, confiables, eficientes, ecológicos, gestionados proactivamente y socialmente aceptables. (...) La palabra clave “petróleo” atraviesa la totalidad de la denuncia, con 46 referencias.
La primera figura en la página 7; la última, en la 275. Por su parte, “urgencia energética“ y “crisis energética” aparecen tres y siete veces, respectivamente, en todo el documento.
Tan tempranamente como en la página 3 de la denuncia, se cita la siguiente frase, que incluye las palabras clave “urgencia energética”. Nisman nos introduce así en la denuncia: “Para la época en que se urdió e instrumentó el plan criminal, la urgencia energética que atravesaba y atraviesa nuestro país y el anhelo por restablecer plenas relaciones comerciales a nivel estatal, ligados a una visión geopolítica de acercamiento con la República Islámica de Irán fueron, según las pruebas con que se cuenta, los factores determinantes para que la primera mandataria, Dra. Cristina Elisabet Fernández, con la necesaria e inestimable participación y colaboración de Héctor Timerman, tomara la aciaga decisión de llevar adelante este plan de impunidad, sacrificando la justicia en el caso AMIA”.(...) En la página 7 aparece la ligazón entre la “urgencia energética” o “crisis energética” y la supuesta intención oficial de solucionarla eligiendo recurrir al cercano y poco conflictivo Irán (léase, al petróleo iraní). Nisman explica que el “acercamiento [entre ambos gobiernos, aunque supuestamente motorizado por el argentino] implicó por parte de las autoridades del gobierno argentino aquí denunciadas sacrificar una causa judicial en trámite, desconocer lo decidido por la Justicia nacional y urdir un plan criminal para borrar de un plumazo las serias acusaciones que pesan sobre los prófugos iraníes, pretendiendo otorgarles impunidad definitiva. Algo inédito y nunca visto”.
Luego, y acá aparece por primera vez la cuestión del petróleo persa, se lee: “No se trata de una afirmación dogmática [la de su cita anterior]; se aportan en esta denuncia múltiples elementos probatorios que confirman que el anhelo por el petróleo iraní fue uno de los motores de las acciones delictivas denunciadas”.(...) ¿Existen las pruebas que demostrarían fehacientemente la verificación de una situación energética nacional catastrófica como la que pintaba Nisman? Y más importante aún, ¿existen las pruebas que confirmarían como móvil principal una situación de “crisis energética”? En ambos casos, las pruebas deberían ser aquellas que tengan como fuente al mismísimo Poder Ejecutivo Nacional (PEN), y más aún, validadas sobre hechos ciertos y comprobables.
Es decir, el Poder Ejecutivo debería ser quien reconociese una situación de “crisis energética” o de “urgencia energética” para el país, lo cual, según Nisman, desembocó en la búsqueda del petróleo iraní al precio de sacrificar la justicia en la causa AMIA. ¿Por qué? Porque carece de toda seriedad sostener la hipótesis de un plan criminal encabezado por la presidenta de la Nación sustentado en las opiniones de políticos opositores o de miembros del célebre grupo de ex secretarios de Energía, liderados por Daniel Montamat.
(...) n
☛ Título Operación Nisman ☛ Autores Federico Bernal | Ricardo De Dicco ☛ Editorial Planeta ☛ Género Investigación ☛ Primera edición Marzo de 2015 ☛ Páginas 224 Datos sobre los autores u Federico Bernal nació en 1974. Es bioquímico especializado en biotecnología y microbiología industrial por la Universidad de Buenos Aires. Es actualmente director de Planeamiento y Gestión de la Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC).
u Ricardo De Dicco es especialista en Economía de la Energía y en Infraestructura y Planificación Energética del Idicso (Universidad del Salvador) y experto en tecnología nuclear y en teledetección satelital aplicada a emergencias y desastres naturales. Se desempeña como director de Investigación Científica y Tecnológica del Oetec.
La esperada y criticada cadena K
Estoy indignada! ¿Oíste la cadena?”.
Quien se dirige a mí es una periodista enojadísima porque Cristina Fernández de Kirchner, la presidente de los cuarenta millones de argentinos, en su primera aparición pública luego de la muerte de mi primo Alberto, hace ya ocho días, no expresó palabras de condolencia hacia la familia, en una cadena nacional tardía. (...) Un plano abierto que abarca a Cristina y su circunstancia –inválida, la pobre, en una silla de ruedas– se va cerrando sobre ella –inmaculada– para fijar la imagen en un cuadro más acotado que la tiene de medio cuerpo al comenzar a hablar, en un estar acogedor de la quinta de Olivos; el campo florido que permea por la ventana; la foto de Néstor –su difunto–, un reloj, una copa de agua, son los objetos sobre la mesa de apoyo que completan la apacible puesta en escena. Es 26 de enero de 2015. Mi primo Alberto, fallecido el 18 del mismo mes, aún yace en una cámara frigorífica.
Transitamos un duelo insoportable pero ella, antagónica, viste de blanco. No de azul o beige o gris o lavanda.
Blanco. Ella conoce más que nadie lo que es el luto, porque lo llevó por más de tres años por su marido y ex presidente Néstor Kirchner. Nadie pretendía que lo llevara en esta ocasión, pero de ahí a aparecerse impoluta, antípoda, blanquísima, se lee –siendo generosa– como una –otra– provocación.
Ningún día de duelo nacional, ni banderas a media asta. No es que yo esperara algo distinto porque hace tiempo ya que no espero más nada por parte de ella. Me corrijo. Sí espero algo: que llegue a diciembre y realice un traspaso democrático del mando presidencial. Como corresponde. Nada más. Sólo eso. Y espero, por el bien de todos los argentinos, que lo cumpla.
El acontecimiento trágico de mi primo Alberto nada tiene que ver con éste, mi íntimo deseo; es anterior. Entonces: sólo espero de ella que termine de una buena vez su mandato y que se vaya por donde vino.
El problema es el daño que ella sea capaz de hacer en el transcurso. Pienso en un inquilino al que no le renuevan el contrato del departamento que habita y, ante el inminente e inevitable desalojo, acata a desgano pero antes de irse daña las paredes y tajea las al fombras. En fin. Puede resultar paradójico lo de enfrentar al gobierno y a la vez defenderlo, pero no es ni más ni menos que el sostenimiento de las instituciones y las autoridades legítimas, elegidas por el sufragio ciudadano.
Retomo. La cadena. El anuncio: la disolución de la Secretaría de Inteligencia (SI), en beneficio de la creación de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia). Esa, la misma SI que fue funcional al gobierno durante más de una década, usada a su antojo y con arrojo, y que ahora les urge quitársela de encima. Por pecaminosa y oscura. Porque quema. El anuncio tardío no deja de ser importante e imprescindible.
Empero, evocando al filósofo canadiense Marshall McLuhan, “el medio es el mensaje”, e interpelada por una puesta en escena más, me animo al siguiente análisis que subyace más allá de lo anecdótico del anuncio.
Es bien sabido, desde siempre, que nuestra presidente es autorreferencial.
Narra de manera superlativa, casi mendaz, sus hazañas y padecimientos.
Apela –a mi entender, ya sin efecto– al marketing de la lástima, sobreactuando por cadena nacional, desde ser víctima de una enfermedad terminal, hasta la mera torcedura de un tobillo.
Franklin Delano Roosevelt padeció poliomielitis en plena ascensión de su carrera política. Sin embargo, ni mientras fue gobernador de Nueva York, ni ejerciendo la Presidencia de los EE.UU. se presentó en público sentado en su silla de ruedas que sí usaba irremediablemente en el seno de su vida privada; por el contrario, se sostenía de pie, apoyado disimuladamente sobre un par de muletas o por sobre el hombro de su hijo, para mostrarse entero ante la ciudadanía.
Y me atrevo a afirmar que, de estar vivo, hubiese repudiado el monumento en su memoria del año 1997, en el que aparece sentado en su silla de ruedas, como nunca antes se había dejado ver.
Localmente, abundan los ejemplos de políticos que padecen alguna enfermedad o cierta capacidad disminuida y no hacen uso de ello para inspirar compasión. Gabriela Michetti, del PRO; Martín Insaurralde, que atravesó un cáncer; el diputado Jorge Rivas, tetrapléjico; o el mismo Daniel Scioli, quien sufrió la amputación de un brazo tras protagonizar un accidente motonáutico.
Esta estrategia comunicacional de victimización en lo personal se amplía en lo político en cuanto a sus denuncias de estar gestándose un golpe –blando– de Estado, en acusar de destituyentes a medios opositores, en atribuir al Poder Judicial de conformar un nuevo partido político con pretensiones de derrocarla y en advertirnos a todos que, si algo le llegara a suceder a ella, miremos hacia el Norte.
Cristina se instala en la zona en donde se siente más cómoda: el conflicto como hábitat de confort, y allí se asienta porque salir de ahí implicaría reconocer a un otro que pudiera tener razón. Alineada en esa perspectiva que se basa en la deformación sistemática de los hechos, sobreactúa el conflicto forzándolo a una escalada –o derrumbe– imprevisible y fuera de control. El asesinato de mi primo Alberto es una clara secuela de su desajuste.
Algunos políticos sostienen que el hecho de instalar un enemigo y sostenerlo en el tiempo no es más que una argucia política, una estrategia efectiva de enfrentamiento constante.(...) n
cristina.
La ex presidenta vestida de blanco en la quinta de Olivos, el 26 de enero de 2015.
☛ Título In memoriam ☛ Autora Andrea Paula Garfunkel ☛ Editorial Margen Izquierdo ☛ Género Ensayo ☛ Primera edición Mayo de 2015 ☛ Páginas 192 Datos sobre la autora u Andrea Paula Garfunkel nació en Buenos Aires.
u En el año 2012 obtuvo el Primer Premio Literario.
u Es autora de seis novelas, aunque jamás imaginó que su primer libro publicado sería uno de no ficción: In memoriam, un homenaje a su primo Alberto, el texto que nunca hubiese deseado escribir.
Tirada: 38286 Difusión: 153144 |