El diputado socialista repasa los 10 años de gobierno kirchnerista y destaca como novedad histórica, el que por primera vez, los actos de un gobierno coinciden con aquello que se aseguró se haría.
Escribe Jorge Rivas (*)
No es el caso de enumerar los avances democráticos, las conquistas de derechos, las reformas progresivas que se han ido enhebrando desde mayo de 2003. Sería largo y reiterativo. Quiero recordar, sí, el discurso de asunción que dio Néstor Kirchner aquel 25 de mayo. Entre muchas cosas, dijo que no iba a confundir gobernabilidad con impunidad, que el Estado estaba para poner igualdad allí donde el mercado ponía exclusión, que la eliminación de la pobreza era una cuestión de políticas, que la prioridad en materia de relaciones internacionales iban a ser los países de la región.
Es que la primera novedad histórica que trajo el kirchnerismo fue que los actos de gobierno confirmaron el espíritu del discurso. Kirchner hizo durante los cuatro años que siguieron lo que aquel día dijo que iba a hacer. Creo que no fueron solo los hechos en sí, sino también esa consecuencia entre palabra y acción los que le depararon una formidable adhesión popular.
En 2007, a su vez, cuando le tocó asumir la presidencia, Cristina Fernández de Kirchner pronunció una frase que era, en sí misma, un programa. La tarea no estará cumplida, dijo, mientras haya un solo pobre en la Argentina. La Presidenta llevó adelante ese programa, que por definición está todavía inconcluso, con un conjunto de políticas que impulsaron el crecimiento económico con inclusión social, pero sobre todo con la Asignación Universal por Hijo y con la recuperación de los fondos provisionales de las manos del capital financiero, que tanto ha contribuido a mejorar la vida de los trabajadores pasivos.
La contundente victoria electoral que le dio la reelección en 2011 repitió el mensaje: el pueblo argentino, tan hecho a los desengaños y a las decepciones políticas, volvió a premiar esa consecuencia en la que había dejado de creer. No se puede obviar el hecho, además, de que esa victoria llegó apenas dos años después de que el durísimo enfrentamiento con los rentistas agrarios dejara a la Presidenta en una situación de derrota y de debilidad que entusiasmó a sus adversarios hasta el punto de que muchos se apuraron a administrarle la extremaunción política.
En ese camino, con la muerte de Néstor, Cristina perdió a su compañero, y los argentinos todos a un dirigente excepcional, al que nunca se extrañará lo suficiente. Pero la Presidenta y la mayoría de los argentinos encontraron, en cambio, algunas certezas. Ella, la de que había una nueva energía militante, sobre todo en los jóvenes. Ellos, la de que valía la pena poner la cabeza y el cuerpo en una empresa política de reformas que promete acercarlos cada vez más al objetivo de la justicia social, que parecía irremediablemente perdido. Es probable que en esos descubrimientos residan algunas claves de esta década ganada.
(*) Jorge Rivas es diputado nacional por la Confederación Socialista Argentina-FPV
No es el caso de enumerar los avances democráticos, las conquistas de derechos, las reformas progresivas que se han ido enhebrando desde mayo de 2003. Sería largo y reiterativo. Quiero recordar, sí, el discurso de asunción que dio Néstor Kirchner aquel 25 de mayo. Entre muchas cosas, dijo que no iba a confundir gobernabilidad con impunidad, que el Estado estaba para poner igualdad allí donde el mercado ponía exclusión, que la eliminación de la pobreza era una cuestión de políticas, que la prioridad en materia de relaciones internacionales iban a ser los países de la región.
Es que la primera novedad histórica que trajo el kirchnerismo fue que los actos de gobierno confirmaron el espíritu del discurso. Kirchner hizo durante los cuatro años que siguieron lo que aquel día dijo que iba a hacer. Creo que no fueron solo los hechos en sí, sino también esa consecuencia entre palabra y acción los que le depararon una formidable adhesión popular.
En 2007, a su vez, cuando le tocó asumir la presidencia, Cristina Fernández de Kirchner pronunció una frase que era, en sí misma, un programa. La tarea no estará cumplida, dijo, mientras haya un solo pobre en la Argentina. La Presidenta llevó adelante ese programa, que por definición está todavía inconcluso, con un conjunto de políticas que impulsaron el crecimiento económico con inclusión social, pero sobre todo con la Asignación Universal por Hijo y con la recuperación de los fondos provisionales de las manos del capital financiero, que tanto ha contribuido a mejorar la vida de los trabajadores pasivos.
La contundente victoria electoral que le dio la reelección en 2011 repitió el mensaje: el pueblo argentino, tan hecho a los desengaños y a las decepciones políticas, volvió a premiar esa consecuencia en la que había dejado de creer. No se puede obviar el hecho, además, de que esa victoria llegó apenas dos años después de que el durísimo enfrentamiento con los rentistas agrarios dejara a la Presidenta en una situación de derrota y de debilidad que entusiasmó a sus adversarios hasta el punto de que muchos se apuraron a administrarle la extremaunción política.
En ese camino, con la muerte de Néstor, Cristina perdió a su compañero, y los argentinos todos a un dirigente excepcional, al que nunca se extrañará lo suficiente. Pero la Presidenta y la mayoría de los argentinos encontraron, en cambio, algunas certezas. Ella, la de que había una nueva energía militante, sobre todo en los jóvenes. Ellos, la de que valía la pena poner la cabeza y el cuerpo en una empresa política de reformas que promete acercarlos cada vez más al objetivo de la justicia social, que parecía irremediablemente perdido. Es probable que en esos descubrimientos residan algunas claves de esta década ganada.
(*) Jorge Rivas es diputado nacional por la Confederación Socialista Argentina-FPV
1 comentario:
¿Por primera vez coinciden los actos de gobierno con lo que se dijo que se haría?. Lamento discrepar, pero no escuché en 2011 ni una sola propuesta de campaña por parte de Cristina, así que no sé que haría. Ah, en 2007 habia prometido fortalecer las instituciones, cosa que desmintió terriblemente con un DNU en materia economica (totalmente prohibido)estando el congreso reunido.
Habria que recordar las 100 propuestas para los primeros 100 dias de gobierno de Alfonsín.Ahí si hay una primera vez en promesas y realidad.
Saludos
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