Revista Veintitrés
En los años noventa, los mayores par tidos populares del país fueron vacia dos, tanto de ideas como de militantes. Incluso a pesar de que la reforma del 94, paradójicamente, había elevado al rango constitucional el sistema de partidos políticos, al confirmar en ellos el monopolio de la representación popular. Los cuadros políticos fueron reemplazados por pulcros gerentes, puestos atildadamente al servicio del Consenso de Washington. En el contexto del fin de las ideologías, había que despoblar a las estructuras partidarias de su militancia, pues ella era la portadora de demandas sociales para las que no había oídos: la histórica vocación transformadora había sido sustituida por la eficiente administración de la miseria existente, de acuerdo a la lógica del mercado. Ya todos sabemos cómo terminó esa historia. A comienzos de la primera década del siglo XXI esa tendencia comenzó a revertirse de la mano del desplazamiento de la economía por la política en los ámbitos decisorios. Y, sin dudas, ese es uno de los principales logros de Néstor Kirchner. Ahora bien, había una excelente oportunidad para profundizar esta ten dencia y apostar a la refundación de los par tidos políticos. De eso debía tratarse la lla mada reforma política.
Pero el diablo metió la cola y las limitaciones ideológicas, otra vez, pudieron más: lo que habría podido ser una moderna reforma para el conjunto de nuestras fuerzas políticas, apenas sirvió para sancionar una mera reforma electoral que le permite a Kirchner dirimir en mejores condiciones la conducción de un PJ anarquizado, y como efecto no deseado, la cristalización del bipartidismo. Es decir que lo coyuntural volvió a imponerse sobre lo estratégico. No caben dudas de que más allá de la oportunidad perdida, la construcción de estructuras partidarias dinámicas, que no se conviertan en un fin en sí mismo, sino en herramientas aptas para transformar o, al menos, mejorar nuestra sociedad, sigue siendo una asignatura pendiente
*Diputado por Nuevo Encuentro Popular y Solidario, ex vicejefe de Gabinete de la Nación (Pag. 40)