28/10/2010
Clarín - Nota - Sup. Homenaje - Pag. 12
Peleó hasta el final: tenía el poder tatuado en la piel
Luego de entregar la Presidencia a su esposa Cristina, anunció que se retiraba a un segundo plano. Pero ese no era su hábitat. Desde el llano, Kirchner embistió contra el campo, la Iglesia, la Justicia y el periodismo independiente. Tuvo aciertos y errores. Y perdió una elección clave. Pero nunca se escondió
"Y sí, soy el primer damo”.
La categoría no existía y Néstor Kirchner, que la enunciaba en tono de broma, tampoco estaba dispuesto a asumirla. Comenzaba la presidencia de Cristina y el hombre que amagaba con sacarse el traje del poder buscaba en realidad un nuevo talle. A fines de 2007, Kirchner hablaba de compartir “cafés literarios” con camaradas y amigos, pero al mismo tiempo se ataba los guantes. Quería quedarse en el centro del ring.
A partir de entonces, iba a discutir con el campo, los medios, la Iglesia, la oposición y sectores peronistas que empezaban a alejarse de su esfera. Pero estaba conforme con la decisión de no haber competido por la reelección: “Acá no hay un Superman?me hubiera debilitado a los dos años”.
El Estado le asignó una pensión de ex presidente de 24 mil pesos y el balance patrimonial indicaba que Néstor Kirchner se fue de la Casa Rosada más rico de lo que entró. “Empecé a formar mi patrimonio en 1978”, explicó en una entrevista, en la que afirmó que su declaración jurada de bienes era “perfecta”.
En 2003, según ese documento, Kirchner tenía 14 casas, tres departamentos, dos locales, un terreno, tres autos y un plazo fijo. En 2006, sumó terrenos en El Calafate por 183.160 metros cuadrados. Y en 2007, al terminar su mandato, tenía 16 casas, 13 departamentos, dos locales, seis terrenos en El Calafate, 12 plazos fijos en dólares y un fideicomiso, en los rubros principales. Hubo polémica. El escritor Mario Vargas Llosa habló de “corazones de izquierda con bolsillos de derecha”. La oposición denunció el enriquecimiento. Pero la Justicia no encontró reproches para hacer.
En febrero de 2008, Kirchner intentó mostrarse como un constructor de acuerdos políticos y se fotografió en la residencia de Olivos junto a su ex ministro de Economía Roberto Lavagna. Querían reconquistar a dirigentes malheridos: “Vamos a rescatar al PJ sobre la base de la diversidad”. Fueron palabras que se hicieron humo.
Néstor se convirtió en el principal consejero de Cristina. Se habló de “doble comando”, pero la Presidenta reivindicó enérgicamente su rol y adjudicó esa lectura a una visión machista y desacertada.
La crisis del campo puso a prueba el temple del matrimonio presidencial. En ese momento de extrema tensión, Kirchner tuvo un acto de humildad: escuchó y aceptó críticas, ante unos 300 intelectuales de Carta Abierta que fueron a verlo a la Biblioteca Nacional. Le cuestionaron la destrucción de la credibilidad del INDEC, el incumplimiento de la promesa de dar personería jurídica a la central obrera crítica, la CTA, y su defensa del Tren Bala, un proyecto que ofendía a los pasajeros cotidianos de los trenes suburbanos. Kirchner, esa vez, prestó atención.
El voto no positivo de Julio Cobos en el Senado, que en julio de 2008 le cerró el paso al proyecto oficial de movilidad de las retenciones agropecuarias, despertó la ira de Kirchner: le aconsejó a Cristina renunciar, dejar el barco a la deriva y esperar un operativo clamor, revelaron fuentes cercanas a ambos.
Néstor Kirchner percibía la sombra de una conspiración. “Cambiaron los tanques por tractores” y “terminen con esta cantinela destituyente” fueron dos de sus frases.
El ex presidente sentía que debía poner el cuerpo para defender su proyecto político. Por eso, se decidió a competir como cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires por una banca de diputado nacional: “Si Cristina no logra la mayoría legislativa -avisó a los suyos-, esto explota”.
Generó un domicilio legal en la residencia de Olivos y tuvo la ocurrencia de traccionar votos para el oficialismo a través de candidaturas “testimoniales”, una estrategia única en el mundo, consistente en postular a gobernadores e intendentes en ejercicio a puestos legislativos que nunca asumirían.
Perdió igual. De Narváez le torció el brazo en la elección y Kirchner volvió a enfurecerse. Apareció demacrado en una conferencia de prensa para desvelados, en la que intentó minimizar la derrota.
Entonces, muchos lo creyeron acabado, pero se equivocaron.
Kirchner siempre tenía un tanque extra. Rearmó fuerzas, se rodeó de incondicionales y empujó la Ley de Medios, cuya sanción logró antes de que cambiara la conformación del Congreso. Su principal objetivo fue la desarticulación del Grupo Clarín. En ese mismo sentido, también se tomaron acciones contra Papel Prensa, Fibertel y otras empresas del Grupo.
A la información crítica, Kirchner respondía con contrainformación.
Ni el Papa Benedicto XVI zafó de sus réplicas: “Que haya un solo pobre ya es un escándalo, pero nosotros tenemos autoridad moral para pelear contra la pobreza, porque la redujimos ostensiblemente”, le contestó en agosto de 2009.
En esa época, dirigentes del PJ le preguntaban por su estado de ánimo: “Estoy muy tranquilo, descansando y jugando al ping pong”, respondía a intendentes, militantes y legisladores que acudían a Olivos en busca de instrucciones.
Kirchner maltrató a periodistas que, con respeto, lo abordaban en las conferencias de prensa o hacían algún comentario sobre su gestión. Muchas veces, los confundió con los dueños de las empresas.
Siempre desconfiado de las entrevistas, pues podía contener preguntas incómodas, eligió presentarse en el programa “6,7,8”, de la Televisión Pública, para hablar sin contratiempos. Allí, denunció un supuesto “operativo desánimo” puesto en marcha por los medios privados y la existencia de “mordazas mediáticas” que negaban espacio a las posiciones cercanas al Gobierno. Anoche, ese programa rendía un emotivo homenaje a su memoria.
El ex presidente fue un hombre de consulta en la región. Fue convocado a participar de un operativo de rescate de rehenes de las FARC en Colombia, entre quienes estaba Ingrid Betancuort, pero ese intento se frustró.
Más tarde, encontró un puesto de jerarquía: la presidencia de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), organización que se reunió a gran velocidad para defender la democracia en Ecuador, ante los episodios que tuvieron como protagonista al presidente Rafael Correa.
En el Congreso, Kirchner fue testigo de la asunción más impactante de un diputado desde el retorno democrático, la del socialista Jorge Rivas, en silla de ruedas y ayudado por una computadora para comunicarse. Rivas, baleado en un asalto, era una de las tantas víctimas de la inseguridad, una materia difícil de digerir por el ex presidente y escondida por las estadísticas oficiales.
En octubre de 2008, había culpado a la Justicia: “Que se ponga los pantalones largos, porque libera y libera”. Y hace poco, tras la muerte del bebé de Carolina Píparo, atacada al salir del banco, retó en público al gobernador bonaerense Daniel Scioli: “Que diga quién le ata las manos” para combatir la inseguridad, lo desafió.
Se definía como “un soldado de Cristina”. Y viajaba a las provincias, a veces en aviones oficiales, para recoger lealtades.
El traspié de su salud en setiembre pasado fue un aviso de que no se podía vivir a tanta velocidad. A las pocas horas volvió a los actos y a la discusión pública. Y activó el reloj que se detuvo ayer.
Se convirtió en un hombre de consulta en la región y activó las alarmas de defensa de la democracia cuando ocurrieron los últimos episodios en Ecuador.
Racing, la otra Pasión
De joven coleccionaba revistas deportivas. “Y ya lo vé, y ya lo vé, es el equipo de José”, cantaba solo, en homenaje al primer equipo de la Argentina que se consagró campeón del mundo. No iba tan seguido al mítico estadio de cemento construido en Mozart y Corbatta con créditos aprobados por Juan Domingo Perón.
Pero Néstor Kirchner seguía a su cuadro con pasión. La misma que mostraba junto a su compañero de platea, Ginés González García o en las bromas de cada lunes con los funcionarios que repasaban la fecha.
En la última campaña, Kirchner se apareció en helicóptero en la práctica y ofreció plasmas a los jugadores, si le ganaban a Boca.
Fue 3 a 0 para los de Avellaneda y Kirchner se apareció con los televisores.
El Gobierno, además, cedió al club un terreno en Ezeiza para construir un predio deportivo.
Ayer, el club emitió este comunicado: “Racing Club expresa sus condolencias por la muerte del doctor Kirchner, lamentando la ausencia de quien compartió con la afición académica alegrías y tristezas y el amor profundo por la divisa albiceleste.