domingo, 24 de enero de 2010
sábado, 16 de enero de 2010
Entrevista a Jorge Rivas en revista XXIII
Revista Veintitrés - Nota - Información General - Pag. 38
“Todos quieren ser Lula pero nadie hace el PT”
Por Graciela Moreno
Lo primero que llama la atención es su fuerza de voluntad. Después del asalto que lo dejó parapléjico en noviembre del 2007, todo cambió en la vida de Jorge Rivas, ex vicejefe del Gabinete nacional, actual diputado y secretario general del Partido Socialista de la provincia de Buenos Aires. Salvo, su pasión por la política. Dispuesto a dar batalla, analiza los errores de los Kirchner que facilitaron el avance de la derecha: “Si se toma como base el resultado electoral, hay que mencionar dos errores fundamentales: la mala política de comunicación y haberse recostado demasiado sobre la estructuras del PJ, que además de no ser confiable para profundizar los cambios necesarios ahuyentó electoralmente a buena parte de los sectores medios”.
–¿La derrota sirvió de aprendizaje?
–Si se repiten los errores, se va a volver a perder. Creo que debe retomarse el tratar de conformar una masa crítica diversa para empujar un programa de avanzada y popular. Noto una transición convulsionada tanto en el Gobierno como en el campo de la oposición. Espero que el Gobierno profundice los cambios que necesitamos para poder seguir siendo como hasta ahora sus aliados críticos.
–¿Cómo la ve a la Presidenta?
–Bien, en un contexto complicado políticamente porque creo que la derecha abandonó la defensiva y se amontona para avanzar y aprovechar cualquier hendija que se le deja.
–¿Cómo analiza el rol de la oposición?
–Veo mal a la oposición, si bien es muy variopinta, es a la derecha a la única que visualizo como alternancia en el ejercicio del gobierno y creo que sería un brutal retroceso.
–Desde el bloque Nuevo Encuentro Popular y Solidario, ¿cuáles son los egos personales que imposibilitaron conformar un mismo espacio con Pino, Sabbatella, la CTA y usted?
–Por supuesto que la atomización es negativa y más cuando se produce por tactismo electoral. El problema de la centroizquierda argentina es que todos quieren ser Lula, pero nadie hace el PT. Hoy sólo con liderazgos mediáticos no alcanza para disputarle el poder a la derecha, se necesita también desarrollar una herramienta territorial.
–El Partido Socialista desconoció la validez de su reasunción, ¿cómo sigue la historia?
–Fui elegido democráticamente, el tema está en la Cámara Nacional Electoral pero el partido funciona normalmente.
–¿Qué opina del conflicto con Redrado?
–Creo que es una buena oportunidad para rediscutir los límites de la autonomía del Banco Central y su carta orgánica claramente ortodoxa sancionada en los ’90 para un país especulativo como el que conducía Menem, y cómo adaptamos la política monetaria a un modelo productivo para lo cual el valor de la moneda debe ser una herramienta del Gobierno, como lo es en Brasil, sin ir más lejos.
–¿Está de acuerdo con pagar deuda externa con reservas?
–No es que esté bien, más allá de lo técnico, ahora se está tratando de pagar menos intereses por lo adeudado. También creo que la coyuntura justifica el pago en el marco de un proyecto de reformas más trascendentes.
–¿Cree que con Redrado está naciendo un nuevo Cobos?
–No, en realidad, muestra cuán desorientada está la oposición para que su principal candidato sea el actual vicepresidente del Gobierno, no creo que haya muchos casos en el planeta (ríe sin parar). Redrado parece haberse convertido en el Mariano Moreno del siglo XXI y en una causa para que la oposición más variopinta se una para debilitar al Gobierno o al menos intentarlo.
–¿Es peligroso para la gobernabilidad una oposición tan dura?
–No, lo grave es que no proponga, porque priva a la ciudadanía de hacer un mapa político racional para elegir aquella propuesta con la que más se identifica. Además creo que es peligroso conformar una masa crítica por la negativa, ya lo hicimos a fines de los noventa y nos fue muy mal como sociedad, sería bueno no tropezar dos veces con la misma piedra.
–Una de las principales críticas al oficialismo es la inseguridad. Usted fue víctima de un intento de robo violento. ¿Qué opina?
–En primer lugar no hay antecedente en ninguna ciudad o país del mundo que haya resuelto el conflicto de la inseguridad siguiendo las recetas de la llamada mano dura.
–¿Les sigue teniendo fe a los Kirchner?
–Depende de cómo hagan las cosas y convengamos que también va a depender de que la oposición logre mostrar una alternativa coherente, cosa que aún no se ve.
lunes, 4 de enero de 2010
HOY, NOTA DE JORGE RIVAS EN PÁGINA 12, SOBRE LOS TRABAJADORES EVENTUALES
Página/12
El país|Lunes, 4 de enero de 2010
Opinión
La eventualidad permanente
Por Jorge Rivas *
Con frecuencia oigo hablar de la desaparición de la cultura del trabajo. Entonces pienso en los componentes de esa cultura declarada en extinción y recuerdo a mi padre acostándose temprano porque mañana –decía– hay que laburar. Hoy, muchos dan vueltas en la cama sin conciliar el sueño porque no saben si mañana tendrán trabajo. Entre ellos, los llamados trabajadores eventuales que viven con la angustia de perder el empleo en cualquier momento, sin preaviso ni indemnización.
Para la Federación Argentina de Empresas de Trabajo Temporario (Faett), en 2008 hubo 96 mil eventuales. Aunque en ámbitos gremiales aseguran que son muchos más, la cifra difundida por la entidad empresaria implica que 17 de cada mil empleados en la órbita privada están bajo este régimen que la Ley de Contrato de Trabajo considera excepcional y que la Ley Nacional de Empleo y sus normas complementarias recogen como tal.
Legalmente, el eventual es un trabajador reclutado por empresas de servicios eventuales que lo pondrán a disposición de empresas usuarias para cumplir tareas extraordinarias previamente determinadas o las que deriven de exigencias también extraordinarias y transitorias.
Sin embargo, desde que se barrieron los llamados contratos basura, esta modalidad sirvió a las usuarias para cubrir puestos de trabajo permanentes con personal eventual, eludir los compromisos que devienen del contrato de trabajo por tiempo indeterminado y, de paso, dividir al colectivo laboral generando intereses diferenciados entre permanentes y eventuales. Por ello, en 2006, el Poder Ejecutivo emitió el Decreto 1694 destinado a evitar el uso abusivo o fraudulento de la eventualidad laboral.
Entre otros aspectos, la norma enumera taxativamente las circunstancias en las que puede apelarse a personal eventual; establece mecanismos para fijar el porcentaje de eventuales que cada usuaria podría contratar y la duración máxima de los contratos, y obliga a las empresas de servicios eventuales a informar bimestralmente al Ministerio de Trabajo el nombre de la usuaria en la que se desempeña cada trabajador y el tiempo que lleva en ella. Además, dispone que un Observatorio de Buenas Prácticas controlará que las usuarias no incurran en fraude laboral.
Hasta aquí, todo bien. El problema es que, luego de tres años de vigencia, las disposiciones del Decreto 1694 no se cumplen totalmente. En consecuencia, tanto las empresas de servicios eventuales como sus usuarias siguen ocultando con la máscara de la eventualidad muchas relaciones laborales por tiempo indeterminado.
Así surge de las cifras que difunde la propia Faett. Según ellas, en 2008, 96.366 eventuales trabajaron 160.845.118 horas. Esto significa que, en promedio, cada uno cumplió con 209 jornadas de 8 horas. Muchos de ellos, nos consta, lo hicieron en la misma usuaria; con lo cual la extensión de sus contratos excedería la razonabilidad de cualquier circunstancia extraordinaria y transitoria que se pretendiera argumentar.
Un caso testigo es el de la metalúrgica Tenaris Siat perteneciente al grupo Techint (léase, Paolo Rocca), que cuenta con 25 trabajadores provistos por la empresa de servicios eventuales Le Suivant desde hace –al menos– tres años, con la excusa de atender exigencias extraordinarias del mercado.
Si ésa fuese la verdadera razón, Siat y Le Suivant deberían ajustarse a lo dispuesto por el artículo 72 de la Ley Nacional de Empleo, según el cual, ante tales exigencias de mercado, el contrato eventual no podrá exceder los 6 meses por año ni superar 1 año por trienio. Caso contrario, la ley manda que el eventual pase a ser permanente.
El Ministerio de Trabajo tiene las herramientas legales para impedir el uso abusivo y fraudulento de la contratación eventual. Si lo hace, decenas de miles de eventuales se transformarán en permanentes y cada noche podrán acostarse temprano y dormir tranquilos como lo hacía mi padre. De paso, la cartera laboral recuperaría parte de la necesaria cultura del trabajo.
* Diputado nacional, dirigente socialista y ex vicejefe de Gabinete de la Nación.
Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-137979-2010-01-04.html
El país|Lunes, 4 de enero de 2010
Opinión
La eventualidad permanente
Por Jorge Rivas *
Con frecuencia oigo hablar de la desaparición de la cultura del trabajo. Entonces pienso en los componentes de esa cultura declarada en extinción y recuerdo a mi padre acostándose temprano porque mañana –decía– hay que laburar. Hoy, muchos dan vueltas en la cama sin conciliar el sueño porque no saben si mañana tendrán trabajo. Entre ellos, los llamados trabajadores eventuales que viven con la angustia de perder el empleo en cualquier momento, sin preaviso ni indemnización.
Para la Federación Argentina de Empresas de Trabajo Temporario (Faett), en 2008 hubo 96 mil eventuales. Aunque en ámbitos gremiales aseguran que son muchos más, la cifra difundida por la entidad empresaria implica que 17 de cada mil empleados en la órbita privada están bajo este régimen que la Ley de Contrato de Trabajo considera excepcional y que la Ley Nacional de Empleo y sus normas complementarias recogen como tal.
Legalmente, el eventual es un trabajador reclutado por empresas de servicios eventuales que lo pondrán a disposición de empresas usuarias para cumplir tareas extraordinarias previamente determinadas o las que deriven de exigencias también extraordinarias y transitorias.
Sin embargo, desde que se barrieron los llamados contratos basura, esta modalidad sirvió a las usuarias para cubrir puestos de trabajo permanentes con personal eventual, eludir los compromisos que devienen del contrato de trabajo por tiempo indeterminado y, de paso, dividir al colectivo laboral generando intereses diferenciados entre permanentes y eventuales. Por ello, en 2006, el Poder Ejecutivo emitió el Decreto 1694 destinado a evitar el uso abusivo o fraudulento de la eventualidad laboral.
Entre otros aspectos, la norma enumera taxativamente las circunstancias en las que puede apelarse a personal eventual; establece mecanismos para fijar el porcentaje de eventuales que cada usuaria podría contratar y la duración máxima de los contratos, y obliga a las empresas de servicios eventuales a informar bimestralmente al Ministerio de Trabajo el nombre de la usuaria en la que se desempeña cada trabajador y el tiempo que lleva en ella. Además, dispone que un Observatorio de Buenas Prácticas controlará que las usuarias no incurran en fraude laboral.
Hasta aquí, todo bien. El problema es que, luego de tres años de vigencia, las disposiciones del Decreto 1694 no se cumplen totalmente. En consecuencia, tanto las empresas de servicios eventuales como sus usuarias siguen ocultando con la máscara de la eventualidad muchas relaciones laborales por tiempo indeterminado.
Así surge de las cifras que difunde la propia Faett. Según ellas, en 2008, 96.366 eventuales trabajaron 160.845.118 horas. Esto significa que, en promedio, cada uno cumplió con 209 jornadas de 8 horas. Muchos de ellos, nos consta, lo hicieron en la misma usuaria; con lo cual la extensión de sus contratos excedería la razonabilidad de cualquier circunstancia extraordinaria y transitoria que se pretendiera argumentar.
Un caso testigo es el de la metalúrgica Tenaris Siat perteneciente al grupo Techint (léase, Paolo Rocca), que cuenta con 25 trabajadores provistos por la empresa de servicios eventuales Le Suivant desde hace –al menos– tres años, con la excusa de atender exigencias extraordinarias del mercado.
Si ésa fuese la verdadera razón, Siat y Le Suivant deberían ajustarse a lo dispuesto por el artículo 72 de la Ley Nacional de Empleo, según el cual, ante tales exigencias de mercado, el contrato eventual no podrá exceder los 6 meses por año ni superar 1 año por trienio. Caso contrario, la ley manda que el eventual pase a ser permanente.
El Ministerio de Trabajo tiene las herramientas legales para impedir el uso abusivo y fraudulento de la contratación eventual. Si lo hace, decenas de miles de eventuales se transformarán en permanentes y cada noche podrán acostarse temprano y dormir tranquilos como lo hacía mi padre. De paso, la cartera laboral recuperaría parte de la necesaria cultura del trabajo.
* Diputado nacional, dirigente socialista y ex vicejefe de Gabinete de la Nación.
Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-137979-2010-01-04.html
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