Revista Viva
Casos El diputado que se repone de un asalto
"Extraño ir a la cancha con mi hijo y la sobremesa con amigos"
Con una voz metálica y un forzado acento español, la computadora dice: "Salvo los cinco días que estuve en coma, nunca dejé de hacer política". Quien habla, en verdad, es Jorge Rivas, el hombre al que un año y medio atrás la Policía dio por muerto cuando lo encontró con el cráneo destrozado en una esquina de Lomas de Zamora.
El mejor de los pronósticos apenas le auguró una vida en estado vegetativo. Primero fue un ojo que parpadeaba, después un dedo. Sufi ciente para devolverle las ganas de vivir y prometer que jurará como diputado nacional para ocupar la banca que todavía lo espera.
Hasta la noche del 13 de noviembre de 2007, Jorge Rivas tenía mucho por delante. Joven y apuesto, llevaba varios años como diputado del socialismo y lo acababan de nombrar vicejefe de Gabinete. "Jorgito es nuestra promesa en la provincia", solía entusiasmarse su viejo maestro, Alfredo Bravo. Pero esa noche triste, dos jóvenes lo atacaron por detrás cuando había parado a comprar en una farmacia. Le destruyeron la cabeza. Se llevaron su auto, su celular, su maletín.
¿Qué le pasa cuando piensa en las personas que lo atacaron?
"Extraño ir a la cancha con mi hijo y la sobremesa con amigos"
Con una voz metálica y un forzado acento español, la computadora dice: "Salvo los cinco días que estuve en coma, nunca dejé de hacer política". Quien habla, en verdad, es Jorge Rivas, el hombre al que un año y medio atrás la Policía dio por muerto cuando lo encontró con el cráneo destrozado en una esquina de Lomas de Zamora.
El mejor de los pronósticos apenas le auguró una vida en estado vegetativo. Primero fue un ojo que parpadeaba, después un dedo. Sufi ciente para devolverle las ganas de vivir y prometer que jurará como diputado nacional para ocupar la banca que todavía lo espera.
Hasta la noche del 13 de noviembre de 2007, Jorge Rivas tenía mucho por delante. Joven y apuesto, llevaba varios años como diputado del socialismo y lo acababan de nombrar vicejefe de Gabinete. "Jorgito es nuestra promesa en la provincia", solía entusiasmarse su viejo maestro, Alfredo Bravo. Pero esa noche triste, dos jóvenes lo atacaron por detrás cuando había parado a comprar en una farmacia. Le destruyeron la cabeza. Se llevaron su auto, su celular, su maletín.
¿Qué le pasa cuando piensa en las personas que lo atacaron?
No me despierta ninguna sensación. En el peor de los casos pienso que son víctimas del sistema como yo soy de ellos.
¿Y cómo se sigue adelante?
Siento bronca pero no te podés deprimir. Cada uno tiene su propia receta. Yo me propongo objetivos como volver a la actividad política, a caminar, a hablar. Como ves, motivos para seguir sobran.
En una pared del departamento en el que está viviendo que le prestó su inseperable amigo Oscar González, hay un póster sindical. "Jorge, con la fuerza de todos", dice en letras amarillas sobre una foto de una movilización. En su cuarto, en cambio, las paredes están repletas de los dibujos
que le dejan sus hijos.
¿Cómo viven ellos su convalecencia?
Me llama la atención la naturalidad con la que lo viven. Ellos son una fuente inagotable de energía.
¿Qué piensa acerca de lo que le pasó?
Muchas cosas. Te imaginás que si algo te sobra es tiempo para pensar. Lo que me pasó a mí le puede pasar a cualquiera; uno tiene una natural tendencia a creerse invulnerable, pero como ves, uno es muy frágil físicamente. Te tocó y hay que enfrentarlo vehiculizando la bronca para tornarla como fuerza positiva.
Cada mañana Rivas hace rehabilitación en la Clínica Basilea. Para eso, tuvo que mudarse a Capital y dejar en Lomas de Zamora a su mujer e hijos, que lo visitan los fi nes de semana. En su nueva casa lo ayudan Dolores y Luis, los enfermeros que se turnan para cuidarlo las 24 horas. A pura fuerza de voluntad, logró leer y escribir como antes. Y sus amigos aseguran que, incluso, se ríe más. Pero no puede comunicarse sin una computadora a la que, con la mirada, le va marcando cada una de las letras de cada una de las palabras que quiere decir. Apenas puede mover el índice para clickear las letras con el mouse. Para esta entrevista pidió que le adelantaran las preguntas.
Esa maravilla de la tecnología le devolvió las ganas de pelear pero todavía no hay nada que le pueda devolver dos de las cosas que más extraña: ir a la cancha de Temperley con su hijo y las sobremesas con amigos. (Pag. 37).