domingo, 19 de mayo de 2013

TIEMPO ARGENTINO: Murió donde debía estar

Tiempo Argentino

Por: 
 
Jorge Rivas
Y estaba en la cárcel porque la justicia de la Constitución lo condenó a cadena perpetua por algunos de sus espantosos crímenes contra la humanidad.
Lo condenó como se debe. El dictador que negó hasta la sepultura a sus miles de víctimas, tuvo derecho a defenderse. El que negó la identidad a innumerables niños robados a sus padres torturados, disfrutó del respeto de todos sus derechos. Y murió en una celda.
Durante muchos años hubo razones para temer que no fuera así. Que la impunidad que quisieron garantizarse los peores criminales de la historia del país, entre los que descolló como su cobarde y envilecido jefe, lo pusiera a salvo del castigo penal que merecía. No lo consiguió. 
La larga, incansable, persistente, tenaz lucha de miles de militantes populares y de integrantes de los organismos de Derechos Humanos, la creciente repulsa de la mayor parte de nuestro pueblo, y la acción de un gobierno que hizo suya la demanda de justicia, le arrebataron esa impunidad, anulando leyes amparadoras e indultos perversos. El pueblo argentino y los más legítimos de sus representantes lo mandaron a la cárcel, para que purgara al menos algo de los horrores de los que fue capaz.
La muerte, que a veces embellece retrospectivamente vidas y trayectos, es en este caso implacable. Muerto, Videla sigue siendo el mismo atroz asesino que fue en vida. El mismo que ordenaba a sus subordinados prolijidad en el crimen. El mismo que proclamaba la pureza y la justicia de su cruzada devastadora. El mismo hipócrita, el mismo miserable frío y obsesivo que orquestaba una masacre disfrazada de guerra.
Que haya muerto es obra de la biología. Que haya muerto en la cárcel es un mérito de todos los que pusieron la mente y el cuerpo para que no escapara al tan merecido castigo, aunque queden muchos daños por reparar, y muchos cómplices criminales que todavía esperan terminar sus días en libertad. Como no pudo Videla. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Admiro su palabra.