sábado, 4 de abril de 2015

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Dos fisterráns en Argentina: Jorge Rivas y Pedro José Lado

Retrato de dos ejemplos de integración

Por LUIS LAMELA

02 de abril de 2015

Podemos contar cientos de historias de personas concretas, pero hoy vamos poner el zoom sobre dos fisterráns en Argentina, figuras inexcusables para entender la integración a través del tiempo de nuestros emigrantes en la sociedad de acogida. Y no vamos a reflejar sus claroscuros, virtudes o defectos, noblezas o debilidades, sino hacer visible su integración por medio de la participación política, diseccionando sus peripecias en esa lucha por mejorar las condiciones de vida de sus semejantes. Son dos retratos, uno actual y otro de una época un poco más lejana.

Jorge Rivas es actualmente un diputado argentino muy reconocido y admirado, hijo de fisterráns emigrados a mediados de los años 50, un matrimonio formado por Juan Rivas y María de los Ángeles. Jorge nació el 18 de octubre de 1961 en Temperley, partido de Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires, terminando más tarde los estudios de la carrera de abogado. Participó desde muy joven en política y fue secretario general del Partido Socialista en la provincia de Buenos Aires. En la actualidad forma parte del círculo de confianza de la presidenta, Cristina Fernández, integrado en el bloque de diputados del Frente para la Victoria (FPV). Durante la presidencia del esposo de Cristina, el fallecido Néstor Kirchner, Rivas llegó a desempeñar la vicejefatura de ministros, truncándose su futuro el 13 de noviembre del 2007 cuando dos atracadores le golpearon hasta dejarle al borde de la muerte, quedando finalmente tetrapléjico e inmerso en una atmósfera sombría.

Esta brutal agresión le marcó un antes y un después pero no le hizo renunciar a sus sueños. La agresión sufrida pudo trastornar sus expectativas, quedarse desarmado, pero en su caso no fue así: se hizo pragmático. Jorge, que conocía el valor de la fuerza de las ideas, supo sobreponerse, y aunque le quitó la movilidad física de su cuerpo, no le quitó la esperanza y las ganas de luchar. Por eso, Jorge Rivas continuó en política como diputado, logrando que el 14 de abril fuese declarado en Argentina el Día Nacional del Exiliado Español, con el único objetivo de «homenajear a todos los españoles que se vieron obligados a abandonar su patria después del derrocamiento de la II República y durante la dictadura de Franco, en busca de un porvenir de libertad», y en libertad.

Es de valorar su esfuerzo y su deseo de salir adelante, consiguiendo ser elegido diputado por el partido gobernante en Argentina y desempeñar altas responsabilidades políticas. Su historia es una historia de superviviente, y me recuerda, retrotrayéndome a una época más lejana, a otro eslabón de la cadena que les une con esta tierra: a un fisterrán-corcubionés llamado Pedro José Lado Bermúdez, un hombre que tuvo mucho en común con Jorge, llamado en principio a desempeñar altas responsabilidades políticas por el Partido Radical. Pedro José nació a finales del siglo XIX en Fisterra, y era hijo de José Lado y de la corcubionesa Lucinda Bermúdez. Con sus padres y sus hermanos -Mercedes, Manuel, Francisco, Juan Bautista, Manuela Amanda y Manolo- emigró muy joven para Argentina sin tener la más remota idea de lo que iba a ser su vida. No obstante, allí encontró una sociedad que le invitó a pensar que subsistir no era suficiente, exactamente lo contrario de la sociedad que sus padres habían dejado atrás, en Fisterra y Corcubión. Ya en la emigración, educado, coherente y sensato, destiló humildad, humanidad y compromiso y ejerció su profesión como secretario de la Compañía Italo Argentina de Electricidad, además de ser delegado y miembro del Comité Central Dr. Hipólito Irigoyen, de Avellaneda, en donde su justo criterio puso de relieve su carácter recto y su integridad individual.

Pedro José, lleno de energía y nuevas ideas, pronto sintió la llamada de la vocación política afiliándose a la U.C.R., el Partido Radical argentino, una agrupación política por la que algunos años después Raúl Alfonsín fue presidente de Argentina, también descendiente de gallegos. En su actividad partidista, el fisterrán-corcubionés estuvo siempre donde había que estar, y donde se esperaba que estuviese, ejerciendo con entusiasmo evidente la presidencia del Comité Este de la ciudad de Lanús, una populosa urbe de la provincia de Buenos Aires, presentándose como candidato a concejal durante 1927 y 1928, y observando la realidad con sentido común y sin otro señor que sus propias convicciones.

Por supuesto que la vida de cada uno es una suma de epílogos. Y el epílogo final de Pedro José Lado se escribió el 10 de enero de 1929 al expirar prematuramente en Lanús cuando apenas contaba con 30 años, muriendo en el empeño de llegar a ser lo que quería ser. Un fallecimiento que intuyó cercano, con esos traumas, pesadillas y angustia que se sabe cuando se acerca el final. Cuando ocurrió el óbito, Pedro José estaba casado con Victoria Imperiale, y, además de la viuda, dejaba dos hijos: José y Elsa Olga. Con su muerte, el semanario La Actualidad de Lanús afirmó que, «pierde el radicalismo uno de sus mejores miembros, los amigos al compañero franco y sincero y su querido hogar, al cariñoso padre, al consecuente hermano, y al irreemplazable hijo».

En el traslado de sus restos a Lanús, se evidenció el sentimiento de pesar que produjo su deceso entre la concurrencia que acompañó los restos mortales hasta la bóveda familiar. Allí, hicieron uso de la palabra varios oradores en representación de instituciones políticas y sociales de la ciudad, en donde Pedro José Lado había desarrollado una destacada actuación. Con posterioridad, La Actualidad también dejó constancia: «En la semana anterior, después de una prolongada dolencia que soportó con el estoicismo propio de su espíritu, falleció en esta localidad, nuestro correligionario y amigo el señor José Lado (hijo). Hombre de hogar, buen amigo, leal y consecuente tanto en la adversidad como en el éxito, supo el señor Lado conquistar el afecto de todo aquel que llegó hasta él... (...). Al efectuarse la inhumación de sus restos hicieron uso de la palabra el concejal señor Jacinto A. Vallejos, en nombre del radicalismo, el secretario de la Asociación, de la Compañía Italo Argentina de Electricidad, de donde fue secretario, y otros oradores quienes pusieron de manifiesto las virtudes del extinto».

Con esta reseña terminó Pedro José el breve paseo que dio por la tierra. Hoy, seguramente, se encuentra en el anonimato más absoluto en la Argentina, en una memoria perdida que ya no es de nadie, tampoco nuestra. Y podríamos seguir con varios ejemplos, como el del corcubionés Benjamín Recamán, que falleció en 1925 en Santa Fe (Argentina). Descendiente de la conocida familia del mismo apellido en Corcubión, fue elegido diputado a la Legislatura santafecina, en la que se distinguió por sus condiciones laboriosas. Pero aquí terminamos con esta crónica, un paso más para tejer un tapiz de historias, biografías minúsculas de personajes muchas veces anónimos que conforman el mosaico de nuestra emigración, realidades en distintos planos, con sus luces y sus sombras.


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