El neoliberalismo ha echado mano en todo el mundo a la idea de que el avance tecnológico requiere precarizar las condiciones del trabajo, si se pretende mantener el empleo. Es decir que el verdadero culpable de la flexibilización laboral no sería otro que ese avance tecnológico. Obviamente, sin embargo, no es legítimo culpar de la pérdida de puestos de trabajo a los progresos de la ciencia y de la técnica. Lo que genera desempleo, en realidad, es la apropiación que la clase dominante hace de la tecnología, al ponerla al servicio del capital para optimizar las ganancias de las empresas.
Las transformaciones ocurridas en el mundo del trabajo en los últimos años han generado un modelo laboral en el que los trabajadores pasan a ser proveedores de servicios con obligaciones, y dejan de ser trabajadores con derechos.
En la Argentina, desde diciembre del 2015, el neoliberalismo volvió de la mano del macrismo. Desde ese momento, el pueblo trabajador entró en una pendiente en declive, situación que se ha agudizado en los últimos meses. Pero el gobierno no incorporó la precarización laboral a la agenda política para preservar el empleo ante presuntos avances tecnológicos registrados en nuestro país. Por el contrario, la precarización del trabajo ha venido acompañando al crecimiento del desempleo.
La derecha macrista genera una enorme transferencia de riqueza al sector más concentrado de la economía. En ese marco, y como efecto de esa transferencia, el pueblo trabajador sufre los desaguisados del gobierno: inflación galopante, tarifas de servicios impagables, aumento descontrolado de medicamentos, y un fuerte incremento de la desocupación.
Hago esta última referencia, porque me parece importante que todos tengamos muy claro que las crisis económicas, sociales o financieras, no son consecuencia de la excesiva regulación del derecho del trabajo. Por eso, resulta llamativo que los neoliberales recurran sistemáticamente a la precariedad laboral como fórmula para superarlas. Sin duda esta obsesión del neoliberalismo por flexibilizar las relaciones laborales solo responde al imperativo de maximizar las ganancias de la patronal.
En nuestro país, a diferencia de lo que ocurre en el resto de la región, aún se mantiene una sólida y fuerte organización sindical, lo que ha impedido hasta ahora que la flexibilización laboral se plasme jurídicamente en el ordenamiento del derecho del trabajo.
Pero la profunda crisis económica y social flexibiliza de hecho las relaciones laborales. Esto es así porque el trabajador/a, ante el temor de perder su puesto de trabajo, accede a aceptar condiciones laborales por debajo de lo que exige la ley.
Estamos obligados a entender que la flexibilización laboral, más que un modelo enfocado en el mundo del trabajo, es un dispositivo del modelo económico-social del neoliberalismo. Por lo tanto, para resistir con eficacia el intento flexibilizador, debemos dar la pelea no solo en el frente sindical, sino también en todo el terreno político. En otras palabras, la pelea de fondo que debemos dar, si aspiramos a vivir en una sociedad más justa, es contra el neoliberalismo.
* Socialismo para la Victoria.
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