miércoles, 7 de octubre de 2009

JORGE RIVAS ESTREVISTADO POR LA REVISTA ACCIÓN

ENTREVISTAS: JORGE RIVAS

«Un retroceso sería fatal»


Por Daniel Vilá / Periódico Acción
Fotos: Juan C. Quiles/3Estudio


Sentado en una silla de ruedas, la computadora como permanente compañera, Jorge Rivas saluda al periodista con la singular expresividad de sus ojos. Las circunstancias por las que atraviesa tras la agresión que lo ha dejado tetrapléjico, y por tanto sin habla, le exigen evitar los circunloquios y extremar la capacidad de síntesis, lo que le ha permitido desarrollar un estilo propio para contestar las preguntas, en el que se combinan la definición contundente y la ironía devastadora. Se comunica por medio de una notebook provista de un programa que muestra en la pantalla un teclado alfabético sobre el que se desplaza el cursor, guiado por sus ojos. Elegida la letra, Rivas cliclea con el mouse, y así construye las frases. El interlocutor puede leerlas, o aguardar a que la máquina las reproduzca con voz. A despecho de las adversidades, conserva intacto su proverbial sentido del humor. Un comentario intencionado, una reflexión satírica acerca de cualquier aspecto de la realidad, puede ser el disparador para que la carcajada estalle jubilosa, algo que suele inquietar a Dolores, su enfermera y amiga, temerosa de que tanta agitación pueda afectarlo.



CONTRA VIENTO Y MAREA. En difíciles condiciones, respaldado por familiares y amigos, Rivas retomó la vida militante con la plenitud de su capacidad intelectual.

Rivas inició su primer mandato como Diputado Nacional hace casi doce años, cuando tenía sólo 35, y el día de su debut, el personal de Seguridad se negó a dejarlo ingresar porque no le creía que fuera legislador. En enero de 1998 fue uno de los firmantes del proyecto original de nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final elaborado por Juan Pablo Cafiero. Después tuvo una actuación descollante en la acusación contra el represor Domingo Bussi, que le impidió al genocida ingresar al Parlamento, presentó numerosos pedidos de informes acerca del Plan de Radarización del menemato, que contribuyeron a que la licitación se anulara, y proyectos de ley para la creación de una comisión bicameral que controlara el cumplimiento de los derechos humanos de los presos en las cárceles y penitenciarías, para que se incorporaran al Código Penal los delitos de guerra y lesa humanidad y para que se gravaran las ganancias extraordinarias de las empresas privatizadas.
Su tercer período, en sus actuales condiciones, se inició con una ceremonia de juramento que se recordará seguramente como una de las más emotivas de la historia del Parlamento, ya que fue ovacionado por el público presente en los palcos y por todos los diputados. Para que pudiera desempeñar su labor, fue menester acondicionar el acceso al edificio con rampas especiales y adaptar el sistema de votación y audio. A partir de entonces se somete a extensas jornadas de labor que se inician muy temprano por la mañana y se prolongan hasta altas horas de la noche.
–¿Cuándo y cómo se inició en la militancia política?
–En La Plata empecé mi carrera universitaria empujado por las mismas convicciones e inquietudes que me estimulan para seguir militando hoy. Pero mi actividad política fue más fuerte en lo partidario que en lo universitario. La agrupación estudiantil de la que formaba parte se llamaba Karl Marx, y aún existe. Fue a principios de la década del 80, en plena etapa de apertura democrática.
–¿Qué cambió en usted después del ataque que sufrió?
–Cambió todo sustancialmente. Fue y es muy duro. Sin embargo, estoy convencido de que me puedo permitir la bronca pero no la depresión, y de que tengo muchos y buenos motivos para seguir.
A que esto sea así, además de su férrea voluntad, han contribuido en gran medida sus amigos –que lo asisten permanentemente–, su familia –que está pendiente de cada pequeño avance en su evolución–, y un equipo de médicos, enfermeros y terapistas que pelean cotidianamente para que pueda volver a moverse y a hablar, sus principales preocupaciones. Rivas siempre definió el trabajo de rehabilitación como «una empresa colectiva». En una nota publicada el 25 de febrero de este año en Clarín, expresaba: «Pienso en el relato homérico acerca de Sísifo, un hombre tan enamorado de la vida que desafió al dios de la muerte. Los dioses olímpicos lo condenaron a empujar una pesada roca cuesta arriba por la ladera de una montaña. Antes de alcanzar la cima, la roca volvía a caer. Sin darse por vencido, Sísifo recomenzaba una y otra vez su trabajo. Personalmente creo que aunque no haya Olimpo ni dioses, sí hay circunstancias que no hemos decidido nosotros, a las que hay que hacerles frente. Como el personaje del mito, quiero llevar la roca hasta arriba».
–¿Se modificó la relación con sus hijos?
–Los disfruto cada día más y nunca dejan de sorprenderme. En verdad, me alegran la vida.
–¿Cómo es hoy un día de su vida?
–Dedico todas las mañanas y parte de las tardes a mi rehabilitación, y el resto, hasta altas horas de la noche, a mi trabajo como diputado. Reparto el tiempo entre lo puramente legislativo, o sea el trabajo en comisiones, recibir gente y hacer política.
Dos de sus compañeros más queridos, el actual secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete, Oscar González, y el diputado Ariel Basteiro, fueron expulsados del Partido Socialista en enero de este año, luego de un congreso que tuvo ribetes escandalosos, pero la sanción a Rivas fue dejada en suspenso debido a su estado de salud. No obstante el actual alineamiento del PS con el Acuerdo Cívico y Social, cree que la mayoría de los afiliados de la provincia de Buenos Aires respaldan la posición adoptada por quienes, como él, se rebelaron contra lo que llama «la alianza con la derecha» y manifiesta su intención de seguir trabajando en esa dirección.
–¿Cuál es su situación partidaria?
–Cuando me internaron, por razones obvias, renuncié a la secretaría general del Partido Socialista de la provincia de Buenos Aires, cargo en el que me desempeñaba hasta entonces. Ahora voy a encabezar una lista para el Consejo Federal, que es el máximo órgano deliberativo del partido a nivel nacional, para lo que me honró por unanimidad mi agrupación hace muy poco. La verdad es que estoy con muchas ganas de reintegrarme a esa actividad, si bien exceptuando el tiempo que estuve en coma, nunca dejé de interesarme por la suerte del socialismo y de la izquierda, que es una manera de preocuparse por el presente y por el futuro de nuestro país y del mundo.
–¿En qué se funda su apoyo al rumbo emprendido por el kirchnerismo?
–En los avances logrados en los últimos tiempos, que son importantes, y en que aquello que hoy se da en llamar kirchnerismo, aún con todas sus contradicciones, sigue siendo la mejor herramienta de transformación en esta coyuntura.
–¿Cómo se manifiesta la autonomía que tantas veces ha reivindicado?
–La autonomía implica, por un lado, apoyar a grandes rasgos las políticas en marcha, a sabiendas de que un retroceso sería fatal para nuestras aspiraciones de profundizar el cambio, y, por el otro, en marcar claramente los que consideramos desvíos que conspiran contra el objetivo trazado.
–¿Los intendentes del conurbano bonaerense y los gobernadores pejotistas pueden formar parte de un proyecto de cambio?
–De hecho forman parte de él, aunque no sean confiables. Personalmente, creo que algunos estarían más cómodos en el armado de la derecha. De todos modos, todavía hay que ver cómo, con el pragmatismo que los caracteriza, se van posicionando de aquí hasta 2011.
–¿Qué opina del complejo mapa político que se conformó después de las elecciones legislativas?
–Me parece a la vez preocupante e interesante. Lo preocupante está marcado objetivamente por el avance de una derecha conocida e inescrupulosa. Lo interesante reside en el hecho de que, si se mide el método por el resultado, es mucho lo que se debe cambiar. Ha quedado evidenciado que existe un claro agotamiento del pejotismo como herramienta de profundización confiable. Y lo indisimulable del mal resultado se convierte en un incentivo para terminar de una vez por todas con esa práctica de reciclar estructuras y dirigentes que ahuyentan la posibilidad de construir una fuerza verdaderamente plural y dispuesta a profundizar los cambios en esta etapa.
–A propósito, ¿cuáles son, a su juicio, los motivos de la sustancial caída del caudal electoral del oficialismo?
–Creo que son múltiples y variados. Para comenzar, el recostarse demasiado sobre el Partido Justicialista, le hizo perder a la propuesta la frescura que tenía en sus inicios. A este elemento debe adicionársele la pésima política comunicacional del Gobierno. Estos fueron sólo algunos de los factores determinantes de la derrota. La derecha tuvo sus aciertos, pero fueron más los errores propios.
–¿Cree que ese avance de la derecha la coloca objetivamente a las puertas del poder político?
–El avance de la reacción es un lamentable dato de la realidad y confirma nuestra certeza de que ante cualquier eventual debilitamiento del Gobierno, la derecha es la única fuerza en condiciones de avanzar seriamente hacia el poder. Claro que eso sólo sucederá si el campo popular no es capaz de reaccionar a tiempo.
–¿Cuáles son las medidas más urgentes que deberían tomarse para afianzar lo que usted caracteriza como un camino transformador?
–Sería una impertinencia de mi parte recitar un recetario de medidas aisladas, pero me parece que debe volver a instalarse rápidamente a la política en el centro de las decisiones, desplazando al dinero y a los negocios, que la derecha trata de posicionar impúdicamente. Y debe incluirse como tema central de la agenda política el flagelo de la desigualdad, para abordarlo mediante políticas económicas, y no con el mero asistencialismo, que administra la situación sin transformarla.
–Cuando se modifique la composición de ambas cámaras legislativas, ¿será posible contar con una mayoría parlamentaria para imponer los proyectos del Ejecutivo?
–Va a ser difícil, pero hay que intentarlo.
–En este contexto, ¿cómo evalúa la decisión gubernamental de no esperar el inicio del próximo período parlamentario para presentar el proyecto de ley de Medios Audiovisuales?
–No tengo ninguna duda de que resulta fundamental avanzar en la materia y terminar de una vez por todas con esa rémora de la dictadura que es la norma vigente. Sé que vamos a tropezar con muchas dificultades, pero si el espacio que genéricamente se denomina progresismo se atreve a enfrentar al monopolio comunicacional es posible lograr una ley democrática que multiplique las voces. Algunos sectores de la oposición fundan su rechazo al proyecto en una presunta defensa de la libertad de expresión, lo que es un contrasentido, y una destacada dirigente ha llegado a decir que no vacilaría en apoyar a los monopolios de la información en aras de esa libertad, algo que se parece demasiado a una confesión disfrazada.
–¿Qué evaluación hace del diálogo político que llevó a cabo el Gobierno?
–Positiva, pero es necesario evitar la politiquería electoralista y aprovechar la circunstancia para abordar cuestiones estratégicas como la desigualdad social, la creación de puestos de trabajo y la calidad del empleo, entre otras.
–¿Es posible a corto plazo la conformación de un amplio espacio que articule al progresismo y a la izquierda?
–Creo que es uno de los grandes desafíos de esta etapa. Debe entenderse que más allá de una saludable diversidad, la fragmentación de nuestro espacio es funcional al avance de la reacción.
–¿Qué diferencias tiene con Pino Solanas y con Martín Sabbatella?
–Las diferencias son tácticas, y eso quedó manifestado en las últimas elecciones, pero pienso que todos estamos en la búsqueda de objetivos comunes.
–¿El socialismo es una utopía o una posibilidad concreta?
–Es una construcción cotidiana, lenta pero maravillosa. Si entendemos que el presente exige militancia y concientización, el socialismo está cerca.